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Ecología
La Brigada Invasora Che Guevara

El 27 de octubre de 1967, el Gobierno iniciaba una determinante ofensiva contra el ecosistema nacional.
por EUDEL CEPERO, Miami  
Bosques

En la mañana del 27 de octubre de 1967, en un lugar nombrado La Concepción, a unos 54 kilómetros de la ciudad de Bayamo, se inició la mayor destrucción de bosques naturales de la cual se tenga noticias en la historia contemporánea del archipiélago cubano.

Las palabras del artífice y organizador del proyecto —Fidel Castro— ese día, no dejan lugar a dudas acerca de la magnitud única y ciclópea de lo que se iniciaba: "A nuestro juicio, esta unidad de maquinaria agrícola constituye la más grande unidad de esta índole que se haya organizado en ningún país del mundo". Lamentablemente, tenía razón. Sólo en ese primer momento había logrado reunir más de 500 equipos pesados, entre buldózeres, tractores de esteras, remolcadores de tanques y otros implementos, constituidos bajo una estructura militar dirigida por personas sin ninguna experiencia en el manejo y la explotación de los bosques, como lo confirma el propio Castro: "Quizás lo más revolucionario es el hecho de que esta brigada va a estar dirigida por oficiales de nuestro ejército rebelde".

Treinta y cinco años después, todavía no existe una clara idea de cuál era el objetivo que se perseguía desbrozando prístinos bosques de maderas preciosas, pues hasta la explicación dada por Fidel Castro resulta imprecisa: "...es el resultado de la magnitud de los planes que nos proponemos llevar adelante, es el resultado de la necesidad de desbrozamiento de tierras que tiene el país..."

El impacto ambiental causado en las forestas, los suelos, la fauna y la biodiversidad de Cuba por la Brigada, bautizada con el fracasado nombre de Che Guevara, aún está por valorarse. Pero no queda duda que se barrieron valiosas extensiones de bosques naturales, pues muchas de las referencias de la propia prensa de la época lo confirman: "El ruido de los potentes motores de los buldózer se escucha desde prudencial distancia, aunque no logran verse a primera vista. Debajo de grandes algarrobos, júcaros, ceibas, palmas, etc.". Sólo en una selva cerrada es posible acercarse y no ver una brigada de equipos pesados trabajando.

Otro titular de Granma, publicado en noviembre de 1967, demuestra como los efectos ambientales creados entonces llegan hasta la actualidad: "Desbrozado totalmente el espeso monte de Dormitorio, en la región del Cauto". Precisamente una de las causas de la actual catástrofe ecológica que existe en la cuenca de dicho río se debe a la deforestación indiscriminada que ocasionó la Brigada en la zona.

Algo insólito, por lo absurdo, fue la utilización de brigadas de zapadores para volar los centenarios y gigantescos árboles de nuestros bosques naturales, sin considerar en lo más mínimo el preciado valor de sus maderas. Según Granma, "un pelotón de zapadores del ejército de Oriente ha dinamitado unos 400 árboles con el objetivo de debilitarlos para que los remolcadores de tanques encuentren menos resistencia".

Precisamente, la cuestión de la utilización de las maderas en algún momento preocupó a los invasores ambientales, y la solución dada fue el llamado "peine forestal", que consistía en el improductivo método de sacar los maderas con valor de las pilas hechas por los buldózeres luego del desbroce. De esta forma y como es obvio, no se sabe cuántos cientos de metros cúbicos de maderas preciosas se desaprovecharon.

La Brigada realizó desbroces forestales en todas las provincias del país, incluida Isla de Pinos, y hasta se arrasó con ecosistemas pantanosos del sur de La Habana y Matanzas bajo lo que se denominó "Ofensiva en el sur".

Un cálculo aproximado, a partir de cifras dispersas publicadas por la prensa oficialista entre los años 1967 y 1970, indica que al menos unas 180.000 hectáreas de bosques y montes fueron arrasados, la mayoría de las cuales son en la actualidad zonas de suelos improductivos. En ellos arrozales, pastizales y cañaverales rivalizan por algunos de los rendimientos más ridículos de la agricultura mundial.

Un mes después de iniciado el desastre, el periódico Granma publicó la siguiente declaración del segundo al mando de la Brigada Che Guevara: "Nosotros le tenemos odio al monte parado, que nos entorpece el desarrollo...". No en balde José Martí pensaba que "los odiadores debieran ser declarados traidores a la República".


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