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Ecología
El bumerang maldito

Desde el centro de la 'guerra biológica contra Cuba', el profesor Luis Roberto Hernández repasa los datos concretos de algunas 'batallas'.
por LUIS ROBERTO HERNáNDEZ Parte 1 / 4

Entre todos los mitos difundidos por el Gobierno de Fidel Castro, el de una supuesta guerra biológica contra Cuba —implementada desde los EE.UU— destaca, quizá, como uno de los más estremecedores. Recientemente, la prensa oficial ha publicado una serie de entrevistas y comentarios al respecto, empeñada en prestarle a la hipótesis un cierto carácter "científico".

Para empezar, podríamos preguntarnos: ¿por dónde entró el dengue a Cuba? Los primeros casos se registraron en los municipios capitalinos de Boyeros, 10 de Octubre y Arroyo Naranjo. Fueron estas tres áreas las que primero trabajé directamente, a nivel de campo, y también resultaron las últimas en bajar su índice de contaminación por Aedes aegypti. La infestación en ellas era altísima antes de declararse la epidemia de dengue en la Isla (al menos un foco cada 1000 metros cuadrados). Desde el municipio capitalino de Boyeros, donde se localiza el aeropuerto internacional José Martí, Cubana de Aviación realizaba y realiza vuelos diarios a zonas declaradas con dengue epidémico —República Dominicana, Nicaragua, Panamá, etcétera—, países caribeños con los cuales el Gobierno mantiene un intercambio considerable. Personalmente realicé inspecciones a los aviones que venían de esos países y encontré mosquitos adultos de Aedes aegypti luego de que la epidemia de dengue afectara a Cuba, pero, ¿qué sucedió antes, cuando nadie revisaba esas naves desde el punto de vista epidemiológico? Todo ello sin aludir al numeroso personal que Cuba mantenía en las naciones mencionadas, cuando el lema era "La Revolución es para exportarla", y que llegaba contagiado a la Isla —a "los internacionalistas" se les suministraba quinina contra la malaria: en el caso del dengue, no ocurrió igual.

Así las cosas, hay que mencionar el alto índice de adultos, larvas y huevos de Aedes aegypti existente en esos municipios capitalinos, y la gran cantidad de personas llegando con dengue al país. ¿Por qué pensar entonces en una guerra biológica y no en implementar programas epidemiológicos integrales de control de la enfermedad? El Gobierno debería saber que las guerras de Fidel Castro, mantenidas fuera de nuestra saludable casa, podrían traerle problemas de esta clase, y no precisamente a él, que duerme minuciosamente protegido, sino a "los sacrificables" ciudadanos de a pie. ¿Quién se tomaría el trabajo de exportar un ataque biológico a Cuba si el propio Castro ordenaba que se lo trajeran a casa?

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