| 'Smog' en el campo |
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| Curiosamente, el reparto Hermanos Cruz, en Pinar de Río, también contribuye al efecto invernadero. |
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| por BENITO BARRIOS RODRíGUEZ, ICEI |
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Por raro que parezca, en Pinar del Río —en una zona de la periferia de la ciudad— hay smog, igual al que se muestra en la televisión como un problema de las grandes ciudades occidentales infestadas de automóviles e industrias. Sucede en la zona del reparto Hermanos Cruz, donde están asentados dos centros estudiantiles: la Escuela Vocacional Federico Engels y el Centro Politécnico Industrial Primero de Mayo.
En la década del 80, cuando el Combinado de Componentes Electrónicos empezó a producir, preocupaba de qué manera esta industria —que por su naturaleza tenía que emplear numerosas sustancias contaminantes de gran nivel de toxicidad— podía incidir sobre el medio y en particular sobre la salud de los alumnos de esos centros.
Dada su cercanía a la periferia de la ciudad y el hecho de que las emisiones tóxicas al aire, como resultado del proceso productivo, eran devueltas al medio en forma de condensación —que se producía fundamentalmente en horas de la madrugada y temprano en la mañana— la salud de los estudiantes internos de esos centros, así como de las personas que habitaban las casas del reparto y el medio ambiente en general, se estaba afectando, ya que obligatoriamente tenían que respirar ese aire insano, cargado de residuos tóxicos.
Hoy, con el colapso de la industria electrónica (motivado por la situación económica que vive el país) este peligro se ha minimizado, pero existe otro y no menos importante, vinculado a las calderas de las cocinas de estos centros estudiantiles.
Al parecer, estos equipos trabajan deficientemente por estar quemando un combustible de baja calidad, por su alto nivel de depreciación y sus mantenimientos inadecuados, lo cual provoca que emitan gran cantidad de elementos resultantes de una combustión deficiente —fundamentalmente la del Politécnico—, que crea un humo que en las mañanas desciende ocasionando falta de visibilidad: esa atmósfera tan cargada, hace difícil la respiración para algunas personas. Es verdaderamente impresionante observar este fenómeno en un área que prácticamente se puede considerar rural.
No hay dudas de que puede ser dañino para esos alumnos, que cada mañana están recibiendo sobre sus albergues una gran cantidad de sustancias que son irrespirables, así como para los residentes en el reparto, o para las personas que a esas horas transitan por el vial a sus trabajos. Lo más terrible es que no se haga nada por evitarlo.
Es inconcebible que se haga tanta propaganda acerca de la política del Estado sobre la defensa del Medio Ambiente y que se critique la de otras naciones, permitiéndose que esto ocurra en Pinar del Río y en otras partes de la geografía cubana, pues nuestro país no es ajeno a la emisión de gases de efecto invernadero.
Preocupa este fenómeno que afecta a un gran número de jóvenes estudiantes y pueblo en general, y que ocurre sistemáticamente sin observarse, por parte de los directivos de los centros de estudiantes afectados, tendencia alguna a la solución del problema. Los organismos competentes, involucrados en esta situación, también se hacen de la vista gorda.
Las personas afectadas tienen todo el derecho de vivir y realizar sus actividades en un ambiente sano, y deben respirar un aire puro, es su derecho.
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