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Ecología
Güines, mi pequeña Venecia

La irresponsabilidad y torpeza gubernamentales han convertido a este pueblo habanero en la caricatura de sí mismo
por BENITO BARRIOS RODRíGUEZ  

Cada vez que voy a Güines, mi pueblo natal, recuerdo con tristeza el tiempo en que el río Mayabe fluía claro –en limpios canales a los cuales llamábamos zanjas– por todo el poblado, y lo comparo con su estado actual. Los canales están secos, con una gran cantidad de materiales orgánicos en descomposición que le dan un aspecto y olor muy desagradables, además de la cantidad de mosquitos que encuentran allí las condiciones óptimas de proliferación.

Un día fui a visitar al señor Suazo, quien fuera guía espiritual en nuestra juventud presbiteriana y trabajador de la Comunidad de Regantes de Güines. Estuvimos hablando sobre el origen de las zanjas, pues resulta ser que los primeros pobladores se asentaron al oeste del río, donde las tierras son más fértiles. El río marca un cambio en las tierras, debido a que está situado en la zona límite entre las llanuras de tierras rojas y muy fértiles que se extienden hasta la provincia de Pinar del Río, y la llanura de tierras negras que llega hasta la provincia de Matanzas. Para lograr estos objetivos se construyó una cantidad considerable de canales-regadíos.

Con el paso del tiempo el pueblo fue creciendo, y el diseño urbanístico se hizo respetando la existencia de dichos canales. La Villa de Güines se convirtió en un hermoso pueblo surcado por éstos, las casas y los locales para todo tipo de actividades se construían aprovechando este singular hecho, pues contaban con ventanales y balcones que daban a las zanjas. En la periferia del pueblo existían casas con pequeñas pocetas para la recreación, y dentro del pueblo otras que fueron construidas sobre dichos canales.

Debido a la importancia económica del río, Güines tenía una economía básicamente agrícola y dependía del agua para su desarrollo. La Comunidad de Regantes de Güines se creó con el encargo de la distribución del agua, así como del mantenimiento de los canales y la limpieza del río y sus laderas. Eran infinitos los cuidados que le prodigaban los trabajadores de la Comunidad de Regantes a los canales, los mantenían limpios todo el año y eran en extremo cuidadosos con la calidad del agua que circulaba. Se multaba al que arrojara desperdicios u otros contaminantes al agua y se limpiaba con esmero el río y sus márgenes para evitar que plantas indeseadas crecieran y dificultaran su caudal. En fin, era todo un placer caminar por Güines y disfrutar del encanto de sus casas, parques y de sus zanjas, por donde circula el agua del río Mayabeque, limpia y cristalina como nuestra vida.

Hoy todo es un verdadero desastre. El río fue represado sin tomar en consideración las consecuencias que pudieran surgir. Los canales están secos y contienen infinidad de objetos que dificultan la circulación del agua, hasta en tiempo de lluvias. Algunos ciudadanos inconscientes arrojan todo tipo de basura e incluso existen vertimientos de aguas albañales. Estos materiales orgánicos en descomposición generan un olor en extremo desagradable: los canales se han convertido en criaderos de mosquitos. A ello hay que sumar la negligencia por parte de los responsables de Comunales del Poder Popular, que son los encargados de mantener en forma óptima lo referente a la limpieza de la ciudad.

Lo que en otros tiempos hiciera de Güines una pequeña Venecia, la ha convertido en un verdadero desastre ecológico y social, además de constituir un peligro potencial para la salud de sus moradores.

El pasado 28 de enero, un pequeño grupo de güineros con una gran preocupación por este hecho, nos reunimos frente a la estatua de José Martí, en el parque que lleva su nombre –y que está gravemente afectado por este desastre–. Hicimos la promesa de luchar para que un día por esos canales vuelvan a circular las claras aguas que tanto apreciamos y que en su momento ayudaron al desarrollo del pueblo.


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