Granma: El puño del pueblo |
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por DORKAS CéSPEDES |
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El señor Lázaro Expósito Canto, primer secretario del Partido Comunista de Cuba en la provincia Granma, acuñó una frase sui generis para designar a la brigada que reprime y atemoriza a la población de este territorio oriental: El puño del pueblo.
La expresión, utilizada para nombrar a una cuadrilla compuesta por policías, auxiliares sin sueldo —conocidos como "guarapitos"—, ex combatientes de las Fuerzas Armadas y del Ministerio del Interior, además de personas que ocupan cargos ejecutivos en los Comités de Defensa de la Revolución y la Federación de Mujeres Cubanas, se ha convertido en un símbolo de terror para los habitantes de los trece municipios granmenses.
Autorizados a registrar y a decomisar todo lo que consideran ilegal, portado en jabas, mochilas, bicicletas, automóviles y coches tirados por caballos, los integrantes de la cuadrilla "Puño del pueblo" extienden su jurisdicción hasta los domicilios de cada ciudadano sospechoso.
El concepto de ilegal va desde quien porta un litro de leche y su hijo pasa de los siete años de edad, continúa por quienes cargan una libra de arroz adicional a las cinco que corresponden por la libreta de racionamiento, y llega hasta el que compra cinco pesos de panes cuando el núcleo familiar lo integran dos personas, entre otras aberraciones jurídicas impuestas a la población de Granma. En estos días las personas ni compran ni venden. La bolsa negra se paraliza y el hambre se hace más excesiva y presente a lo largo de la quincena o el mes que dure "la operación revolucionaria contra las actitudes corruptas y el desvío de los recursos del pueblo".
El señor Ismael, residente en el municipio de Jiguaní, en Granma, aquejado de un problema de salud, no pudo traer viandas y frutas a sus familiares durante un viaje realizado a la capital porque la mercancía le fue decomisada por la cuadrilla "Puño del pueblo".
Al preguntarle lo que pensaba sobre esta brigada, respondió textualmente: "Tengo 62 años de edad y nunca vi nada igual. Los vecinos son enemigos entre sí, las familias se han dividido, los compañeros en los centros de trabajo han perdido la confianza entre ellos y nadie se atreve a confiar en nadie. Detrás de cada proposición de compra o venta puede encontrarse un chivato. Es de las formas más horribles de controlar a un pueblo".
Ya no basta con que de niños la Organización de Pioneros José Martí los controle y adoctrine, y en la adolescencia la Unión de Jóvenes Comunistas y los Comités de Defensa de la Revolución. En edad laboral, la juventud, el partido, el sindicato, las milicias, la Asociación de Combatientes, el DTI, la Seguridad del Estado, son quienes presionan y conducen a la prisión y al ostracismo social a aquellos que no responden a los intereses ideológicos de las autoridades. Una de las fórmulas de control establecidas es la designación en cada cuadra de un "inspector de ilegalidades" encargado de denunciar ante la Reforma Urbana la compra-venta de viviendas, así como de informar sobre personas que vivan en un inmueble que no se corresponde con la dirección particular del documento de identidad, acto calificado como ilegal y recogido en el Decreto-Ley 217.
No importa si se es campesino, la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) controla; si se artista o intelectual, la Unión de Escritores y Artistas (UNEAC) controla; si profesional, técnico o simple trabajador, la Central de Trabajadores (CTC) controla. La vida se convierte en un círculo vicioso de control a través del miedo. No es de extrañar, entonces, que el pueblo siga en un puño.
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