Viernes, 19 julio 2002 Año III. Edición 413 IMAGENES PORTADA
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Nashville: Conversaciones con mi tía Tita

por WILLIAM LUIS Parte 1 / 2

Querida Titonga:

En el mes de mayo se presentaron numerosos eventos de diferentes grandiosas dimensiones. Por ejemplo, el 20 del mayo se conmemoró el centenario de la fundación de la República de Cuba, acto que pasa desapercibido en la Cuba actual. Ese mismo mes falleció Jesús Díaz, escritor, cineasta y fundador de la Asociación Encuentro de la Cultura Cubana. Hacia el final de mayo también se dio a conocer la muerte de Sabá Cabrera Infante, mejor conocido como productor, con Orlando Jiménez Leal, del problemático cortometraje PM, que fue confiscado en 1961 por la Comisión Revisora de Películas por su contenido supuestamente contrarrevolucionario. En realidad PM y Lunes de Revolución, suplemento literario del periódico Revolución, fueron víctimas de un cambio de la política cultural de Castro que se apartaba de las ideas del Movimiento 26 de Julio para acercarse a las del Partido Comunista Popular. Finalmente, en ese mismo mes de mayo, el ex presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter, pasó a ser el primer alto oficial de su país en viajar a Cuba. Aunque algunos consideran que la visita de Carter fue manipulada por Castro, en una conferencia vista por los televidentes de la Isla el ex presidente se declaró en favor del Proyecto Valera.

Pero la razón por la cual te escribo es para mencionarte otro evento singular, que tuve la suerte de atestiguar en ese mes de mayo. Éste tiene que ver con el glorioso título Doctor de Letras Honoris Causa que el presidente de la prestigiosa Columbia University, George Rupp, le otorgó a Roberto González Echevarría, catedrático de la Yale University, título conferido sólo a un grupo selecto de individuos de renombre internacional. Entre los homenajeados en Nueva York se encontraban figuras luminarias, como las de George Mitchel, ex senador del Estado de Maine, jefe de la mayoría del senado de los Estados Unidos y embajador de la paz en Irlanda y el Medio Oriente, y Ruth J. Simons, presidente de la Brown University, institución de igual reputación que la que otorgaba el prestigioso doctorado. En una maravillosa y soleada mañana de mayo, Roberto fue reconocido por su contribución permanente tanto al campo de la crítica literaria como al de la docencia. Son muy pocos los profesores que han tenido más éxito con sus estudiantes de doctorado que Roberto. Muchos de estos discípulos ocupan primerísima fila en sus campos de estudio. En esa gloriosa mañana, presencié el acto honorífico que le confirió ingreso a Roberto en un grupo singular, que también reúne a otros dos cubanos: José Raúl Capablanca y Fernando Ortiz. Por tanto, nuestro Roberto se ha convertido en una de las estrellas de la cultura cubana, latinoamericana, norteamericana y europea.

Sin embargo, la intención de esta carta no es la de nombrar todos los premios que ha recibido Roberto, que no son pocos, ni describir los libros y artículos que ha escrito, que son numerosos, ni contarte el impacto que él ha tenido en el mundo de las letras, que es grande, sino de dar a conocer, por medio de algunas anécdotas personales, una visión más íntima de la persona que todos celebramos.

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