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La Habana: Reclutas a la fuerza

por HéCTOR MASEDA  
Recluta
Recluta cubano. Siete pesos al mes

El 26 de noviembre de 1963 fue creado en la Isla, con carácter permanente, el Servicio Militar Obligatorio (SMO). A 39 años de su surgimiento, no parece superfluo efectuar un recuento retrospectivo de sus resultados negativos, que aún influyen sobre la población masculina cuya edad oscila entre los 16 y 60 años.

Ningún joven que alcanzaba la edad militar podía eludir el llamado a filas. Su ingreso se extendía por tres años. Su incorporación dependía de si era aceptado o no por la comisión médica de recepción, integrada por médicos militares cuya misión consistía en incorporar a todos los adolescentes (resultado de jugar simultáneamente el papel de juez y parte). Muchos de los jóvenes que trataron de eludir la vida militar con diversos trucos o la comisión los consideró excluibles, fueron víctimas, por decisión gubernamental, de las tristemente célebres Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP). La creación de éstas fue una consecuencia del SMO. El rigor en la disciplina impuesta y las condiciones de supervivencia que en ellas primaron las aproximó más a las archiconocidas imágenes de los campos de concentración nazis que a centros productivos comunes.

En estas "unidades especiales" cohabitaban delincuentes comunes, homosexuales y muchachos cuyo único delito residía en sus creencias religiosas, actitudes antibelicistas o preferencias musicales. Los abusos de la oficialidad con los alistados fueron frecuentes. Pero ello no sólo ocurría en las UMAP.

El caso de Florentino Ledesma Pérez, actualmente en el exilio, ilustra de alguna manera esta última afirmación: "Ingresé al SMO durante el octavo llamado (1970) —asegura—. El capitán jefe de mi unidad sintió atracción física por mi novia, que me iba a visitar a la unidad. Por esta razón dicho oficial me hizo la vida imposible. Fui víctima de cuantas injusticias y abusos empleó: castigos, guardias excesivas, malos tratos, persecución permanente... Llegó a desequilibrarme psíquicamente. En varias ocasiones denuncié su actitud al mando superior, pero nada hizo por resolverlo. Un día, atormentado y fuera de mí, descargué varios disparos sobre su cuerpo. El oficial quedó lisiado de por vida y yo fui condenado a 27 años de cárcel".

Con el tiempo aparecieron cárceles militares para los casos de indisciplinas y delitos graves de los reclutas. Así surgieron El Pitirre y otras instalaciones penitenciarias para encarrilar a los jóvenes. También desaparecieron las UMAP gracias a la espontánea campaña de denuncias que a nivel nacional e internacional provocaran.

La justificación gubernamental para establecer en la Isla el SMO fue la de calificar militarmente a toda la población masculina, preparándola para una posible "agresión armada extranjera". Aún mantiene este criterio, no obstante saber desde finales de 1962 de la existencia de la firma de acuerdos secretos EE UU-URSS en los que el primero de estos países se comprometía a no intervenir directamente en la Isla. Acuerdos que hoy son de conocimiento público (crisis de los misiles instalados en Cuba, Oct./62). La supuesta agresión es desde entonces fruto de las fantasías guerreristas de los halcones del Ministerio cubano de las Fuerzas Armadas. Ello ha escondido la doctrina del terrorismo internacional sostenida por el régimen durante años para justificar su intervención armada en los asuntos internos de otros países, bajo el cliché del internacionalismo proletario.

Cuando los reclutas concluían el SMO, pasaban a la reserva militar hasta cumplir los 45 años. De esta manera el MINFAR continuaba disponiendo de millones de hombres aptos militarmente. Al sobrepasar esa edad, aún se mantendrían controlados por el Cuerpo de la Defensa Civil mientras se pudiesen valer por sí mismos. Sólo así se explica que la Administración Castro organizara la participación de más de 300.000 hombres en aventuras militares en países del tercer mundo. Su resultado neto fue el reclutamiento de miles de jóvenes cuyas familias desconocieron durante años el lugar donde reposaban sus restos, recogidos —o abandonados— en otras tierras del mundo.

A mediados de los años 70 el régimen eliminó el SMO, creando en su lugar el Servicio Militar General (SMG). A los pocos años surgió el Servicio Militar Voluntario Femenino (SMVF). En 1991, se rebajó el tiempo de servicio de 3 a 2 años. Algunos adolescentes que en la actualidad acuden a los diferentes llamados logran evadir el SMG haciendo uso de increíbles recursos: simulan locura, se inventan expedientes con enfermedades inexistentes o intentan salir ilegalmente del país.

La historia del SMO y sus transformaciones ulteriores ha servido para revelar a la nación la esencia misma del régimen que la dirige. Los reclutas de ayer, que hoy peinan canas, prefieren olvidar las experiencias vividas durante aquellos años en las unidades donde prestaron sus servicios. Muchos consideran haber descubierto en esa época, definitiva y abruptamente, el control férreo que enfrentarían en lo sucesivo en el país que los vio nacer.


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