| La Habana: La República a medias |
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| por TANIA QUINTERO |
Parte 1 / 2 |
En una agenda editada en La Habana, en 1981, aparece un resumen de las Conmemoraciones Nacionales de la República de Cuba según la Ley 1240 del Gobierno Revolucionario del 14 de diciembre de 1972. En ella puede leerse que las conmemoraciones de carácter nacional son cuatro: 1º de enero, Aniversario de la Revolución y Día de la Liberación; 1º de mayo, Día Internacional de los Trabajadores; 26 de julio, Asalto al Cuartel Moncada y Día de la Rebeldía Nacional, y 10 de octubre, Inicio de la Guerra de Independencia.
A propósito de la visita a la Isla de su Santidad Juan Pablo II en enero de 1998, desde el 25 de diciembre de 1997 las autoridades añadieron el Día de Navidad a su selecta relación de feriados nacionales.
En las páginas de aquella agenda se relacionan algunas de las efemérides que en el mes de mayo de 1981 el régimen conmemoraba: la muerte en Yugoslavia de Joseph Broz Tito, ocurrida el 4 de mayo de 1980; la fundación por Kim Il Sung de la Asociación para la Restauración de la Patria en Corea del Norte, el 6 de mayo de 1936, y el 60 aniversario de la constitución del Partido Comunista de Checoslovaquia, el 14 de mayo de 1921. El día 20 se apunta la muerte, en 1506, del descubridor de América, Cristóbal Colón.
Ni una palabra de la fecha que para los cubanos siempre tuvo un significado especial. Como sucede desde hace 43 años, el 20 de mayo —otrora Fiesta Nacional— pasó inadvertido, cuando no reprobado. No importó que se cumpliera el primer centenario de la República.
Este año el 20 de mayo fue lunes. Ese día, como todos los 20 de mayo vividos por las generaciones más viejas, un grato recuerdo invadió a muchos. Se evocó a padres, abuelos y bisabuelos ya muertos, y la alegría con que esperaban los 20 de mayo, se creyera o no en esa fecha como Día de la Independencia y de la instauración de la República. Partidarios o no del primer presidente republicano, don Tomás Estrada Palma, los cubanos celebraban.
Era la fecha en que por primera vez se había izado la bandera cubana, y se aprovechaba entonces para recitar los versos de Bonifacio Byrne. Ocasión para disfrutar en familia y con los amigos. Para lucir las mejores prendas. En la Isla entera, la costumbre era estrenar un par de zapatos y una muda de ropa. Entonces, claro, no existía la libreta de racionamiento y el peso tenía valor.
Por doquier ondeaban banderas nacionales, de todos los tamaños, de tela o de papel. Los habaneros aprovechaban la calidez del mes de mayo, de primavera y flores, para andar el malecón, el Parque Maceo, el Paseo del Prado y el Parque Central. Los exteriores del Capitolio se abarrotaban.
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