| Madrid: cubiches y españolas |
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| por ENRIQUE COLLAZO |
Parte 1 / 2 |
Históricamente la capital del exilio ha sido Miami, aunque en la actualidad pueden hallarse criollos en latitudes tan ajenas a su idiosincrasia como Australia, Noruega, etcétera. En Europa, la ciudad donde se encuentra la mayor concentración de cubanos es Madrid. Las razones que explican dicha atracción al parecer resultan obvias, considerando que "la huella de España" perdura como componente básico de la cultura cubana. Sin embargo, aunque en principio podría pensarse que los vínculos que unen a estas dos naciones son estrechos, al cabo de un tiempo se comprende que más bien es lo contrario, o sea, que más allá de compartir una historia y una lengua común no se localizan muchas más afinidades importantes entre ambos pueblos.
Los llamados "choques culturales" se producen en varios frentes y de forma cotidiana entre los hijos de la "Madre Patria" y los "cubiches" exiliados; también, por supuesto, acontecen entre españolas y criollos.
La sociedad cubana es profundamente machista y evidencias de ello se encuentran hasta en las reflexiones y comportamientos de sus héroes más respetados. José Martí, conocido también por su gran capacidad seductora, en un momento de su vida llegó a expresar: "¡Y tantas cosas nobles como pudieran hacerse en la vida! Pero tenemos estómago. ¡Y ese otro estómago que cuelga y que suele tener hambres terribles!" España, por su parte, promovió las reivindicaciones feministas de manera tardía, haciendo una demanda explícita del principio de igualdad y equiparación de la mujer, lo cual representa la extrapolación del modelo masculino al feminismo más polémico e impugnador de las definiciones patriarcales. De ahí que la figura del varón se ha impuesto con un peso abrumador en el proceso de emancipación en España, y que se encuentren con frecuencia españolas que asuman con naturalidad actitudes varoniles tales como soltar malas palabras, el desempeño de labores policiales o la participación en guerras o en conflictos armados internacionales.
Desde estos presupuestos de igualdad y equiparación, han cobrado fuerza actitudes y comportamientos en la mujer española que la convierten en una especie de seductora de hombres, a los cuales después manipula a su antojo. En lugar de enriquecer la relación de pareja y hacer de ella un gozoso encuentro para la mutua satisfacción, la mujer liberada utiliza la nueva conquista alcanzada en el terreno de las reivindicaciones de género para dominar al varón y sojuzgarlo en función de su placer o sus intereses, invirtiendo así el comportamiento tradicional del hombre, que a su vez sólo veía a la mujer como objeto de dominio. De hecho, la llamada revolución sexual en España esta siendo liderada por la hembra, la cual, consciente de su rol, arrincona al macho, que siente que ha perdido un coto que antes era suyo. Algunos científicos sociales, en diversos medios informativos, han alertado sobre este peligro, que según ellos afecta a amplios sectores de la sociedad ibérica.
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