Jueves, 05 diciembre 2002 Año III. Edición 509 IMAGENES PORTADA
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Tres por tres

Béisbol: Cárdenas, Versalles, Campaneris; algunos de nuestros más grandes torpederos... desconocidos en la Isla por el bloqueo informativo.
por ALBERTO ÁGUILA, Miami Parte 1 / 2
Bert Campaneris
Bert Campaneris

Hoy en día, la mayoría de los fanáticos del béisbol cubano considera al trío formado por Willie Miranda, Reynaldo Ordóñez y Germán Mesa como el de los mejores paracortos de los últimos 100 años.

Sin embargo, y con el ánimo de ahondar en el controversial tema, las estadísticas y la memoria de los viejos demuestran que hay otros torpederos —desconocidos casi totalmente por la fanaticada actual de la Isla— que ocuparon un sitial igual o superior a los mencionados.

Miranda debutó en Grandes Ligas con el Washington, en 1951, y se mantuvo en el Big Show hasta 1959, año en que coincidió con la llegada al poder de Fidel Castro. Un manto de silencio tendió el comunismo sobre las noticias relacionadas con los peloteros que por ese tiempo jugaban en Norteamérica, y por ese sórdido motivo no se conoció a los short-stop que siguieron a Willie.

La afición criolla, sin noticias de sus jugadores en el exterior, consideró por años —todavía lo cree— que no hubo otro paracorto de gran trascendencia hasta 1986, en que apareció Germán Mesa, quien se consolidó como tal en 1989, o sea, 30 años después del absoluto mutismo impuesto por el Gobierno.

En ese tiempo Leonardo Cárdenas, Zoilo Versalles y Bert Campaneris realizaron carreras extraordinarias, mucho más relevantes que las de Willie, Ordóñez y Mesa. La destreza de Miranda contó con toda la divulgación de la prensa libre cubana durante 10 años —1948 a 1959—, pero la oprimida y sometida a posteriori jamás publicó una línea de sus compatriotas.

Willie Miranda, un rayo con el guante en la mano y con un rifle por brazo, nunca obtuvo méritos suficientes en la Gran Carpa. Es una gran verdad. Fue a los Yankees en 1953 y participó en 48 juegos, con 58 veces al bate, de los 154 en que intervino su equipo; al año siguiente estuvo en 92 con 116 comparecencias a la caja de bateo. Como se podrá observar, casi siempre intervino en un inning —el noveno— para sustituir al gran Phil Rizzuto, a quien ya le pesaban los años. Después pasó al Baltimore, en el que actuó como regular entre 1955 y 1958, con un total de 821 partidos jugados. Ese fue su palmarés en Grandes Ligas.

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