Lunes, 03 junio 2002 Año III. Edición 379 IMAGENES PORTADA
Rapidísimas
De pelotas y promedios

El caos generado por las autoridades deportivas resta crédito a las estadísticas del béisbol nacional.
por ALBERTO ÁGUILA, Miami  
Sosa
Jonronero dominicano Sosa. ¿Qué habría bateado
en Cuba?

Como es sabido, los promedios al bate de los jugadores que intervienen en las series cubanas de béisbol fueron alterados durante años por la utilización del bate de aluminio, diferentes tipos de pelotas y la celebración de numerosos juegos en estadios municipales con medidas anárquicas, pero las estadísticas de la recién terminada etapa clasificatoria da matices de escándalo a lo ocurrido. En este torneo de 90 juegos para cada equipo se conectaron 1115 jonrones con bate de madera, marca superior a los 730 que se lograron en 1999 con el de metal y a los 285 del año 2000. Por si fuera poco, en la última lid un total de 10 bateadores lograron promedios entre 408 y 355, cifras muy por encima de la "media mundial", que es de 354 como tope. "Culpable" principal, pero no única, fue la pelota Mizuno 150 de facturación japonesa, introducida con bombo y platillo en la temporada anterior y que nuevamente mostró lo ilógico de su uso, que impide lograr estadísticas confiables debido a su rebote, mayor que el producido por otras esféricas empleadas en el resto del orbe. Hace tres años las autoridades deportivas cubanas determinaron eliminar el uso del bate de aluminio para adecuarse al ámbito internacional, dándole luz verde a la Batos, pelota elaborada por la Industria Deportiva (INDER) que provocó ira, desesperación y rechazo total en los peloteros cubanos a causa de su poco bote. Fue entonces que se le dio la bienvenida a la bola nipona, que según se dijo "producía un quince por ciento aproximado de mayor rebote que la precedente"; sin embargo, en la práctica se demostró que su fuerza era muy superior a la obtenida con el implemento de aluminio: los averages de los bateadores subieron como la espuma, al extremo de catapultarse en unos 50 puntos. Tres campañas atrás, el líder de bateo fue Yorelvis Charles con 356 de average —pelota Batos—, pero en las dos más recientes el honor correspondió a Osmany Urrutia, que llegó a 431 y 408 —Mizuno150—. Por primera vez en la historia del béisbol mundial un mismo jugador alcanzaba dos campeonatos seguidos con cifras tan elevadas y en torneos de larga duración como el cubano. Como si ello no bastara, también Norlis Concepción concluyó con 402 de promedio, y a continuación hubo una lista de 8 hombres que oscilaron entre 386 y 355. En total, en 15 torneos anteriores celebrados con bate de madera —1962 a 1976—, el mayor average entre los líderes al bate lo obtuvo Fermín Laffita, con 396 en 1975, y el más bajo Pedro Chávez, con 318 en 1967. Reconocidos toleteros, verdaderos productores de hits como Wilfredo Sánchez, Rigoberto Rosique, Urbano González, Elpidio Mancebo y Eusebio Cruz —ganadores de coronas de bateo—, nunca pudieron elevar sus números de esa manera: existía un equilibrio pitchers-bateadores-pelota-bate. En Grandes Ligas, la meca del béisbol, solamente el gran Ted Williams alcanzó un relevante 407 en 1941; han transcurrido más de 60 años y nadie ha podido terminar con números semejantes debido a lo difícil que resulta conectar 4 imparables cada 10 oportunidades. Para que se tenga una idea, presentamos las estadísticas de todos los ganadores de las coronas de bateo en 2000, uno de los años de promedios más elevados en los últimos tiempos a escala internacional: Todd Helton y Nomar García Parra, de las dos Ligas Mayores norteamericanas, consiguieron 372; Ichiro Suzuki (Japón) 387, Chun Yi Huang (Taiwan) 354, Jong Ho Park (Sudcorea) 340, Raul Casanova (Puerto Rico) 331, Mark Little (Dominicana) 355, Juan Canizalez (México) 336 y Yorelvis Charles (Cuba) 354. ¡La diferencia entre los 406 de Urrutia y los promedios del resto del mundo es de 54 puntos! Además de la saltarina y ultra-rápida pelota nipona, otros factores de peso que contribuyeron a aumentar los guarismos ofensivos en Cuba fueron la falta de buenos lanzadores —en la actualidad no pasan de 10 los monticulistas que reúnen determinados estándares de calidad— y el uso y abuso de bates sin credibilidad alguna. La justa nacional se inició con bates de fresno, una madera que no puede sustituir al roble de uso internacional porque se quiebra con facilidad, pero de la mitad del certamen hacia acá se le dio banderín abierto a diferentes tipos de implementos con "certificación de calidad" local. En realidad, cada equipo y jugador ha utilizado la madera y el bate deseado, sin importar la procedencia. En medio de este caos el libelo Granma publicó el pasado 5 de mayo un trabajo donde se afirma que "Orestes Kindelán y Antonio Pacheco prefieren este año los bates de marcas norteamericanas Rawling y Lousville". Sin comentarios...


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