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Cameron: 4 en 1

Designado de los Orioles, el cubanoamericano David Seguí dice haber nacido rodeado por un bate, un guante y una pelota.
por ALBERTO ÁGUILA, Miami Parte 1 / 2
Cameron
Mike Cameron

Entre los peloteros descendientes de cubanos que juegan en Grandes Ligas, el de mejor promedio al bate es David Seguí, primera base y designado del equipo Orioles de Baltimore. Después de jugar 23 juegos acumula 300 de average, que le mantienen como tercero en el orden al bate en el conjunto que dirige Mike Hargrove. Seguí lleva once campañas en el béisbol de la Gran Carpa y en más de 1300 comparecencias al home acumula un promedio de 293, cifra catalogada de satisfactoria, ya que son pocos quienes después de diez años en el big show se dan el lujo de batear más de 280. Sus números podrían ser mejores, pero en las tres últimas ediciones se ha lesionado mucho e, incluso, ha tenido que ir al quirófano, y en esas temporadas se ha quedado varado a mitad del camino, con 336, 332 y 301 de average. El próximo 19 de julio, David Vincent Seguí cumplirá 36 años, tiempo que ha dedicado completamente a la pelota. Según afirma: "Creo que nací, alrededor de un bate, un guante y una pelota, porque cuando vine al mundo, mi padre llevaba cuatro años como lanzador de Grandes Ligas y al cumplir 12 años, todavía estaba como pitcher, de manera que toda mi vida he estado alrededor de las bolas y los strikes". Con seis pies una pulgada de estatura y 205 libras de peso, es el hijo mayor de Diego Seguí, un pitcher natural de Holguín, que estuvo entre 1962 y 1977 en Grandes Ligas, donde registró un balance de 92 victorias y 111 reveses con el uniforme de siete conjuntos, casi todos de primera división en una y otra Liga. "En mi casa —recuerda David— sólo se hablaba de pelota y así me fui inclinando a seguir los pasos de mi papá, que cuando podía estar con nosotros o con sus amigos, constantemente recordaba a sus ídolos Silvio García, Pedro Formental y Alejandro Crespo, tres de los famosos peloteros de la Liga Cubana de Béisbol. Mi padre no sólo estuvo bastante tiempo en el béisbol grande, sino que además jugó en México y Venezuela, donde obtuvo importantes lauros, y si no se hubieran interrumpido los torneos cubanos creo que también habría sobresalido entre sus paisanos", indica Seguí, quien reconoce que su tutor tuvo un mejor desempeño que los obtenidos por él: "Creo que la pelota del tiempo anterior, donde él actuaba, era superior a ésta, y me parece que su actuación fue superior a la mía, independientemente de que fuera pitcher y yo jugador de posición". El joven Seguí hizo el High School en el centro Bishop Ward, en Kansas City, lugar de residencia de sus padres por muchos años. En 1987 fue seleccionado en el draft por los Orioles, y tres años más tarde estaba en el big show. Allí permaneció hasta 1993, en que pasó a los Mets, posteriormente a Montreal por tres temporadas y en 1998 a Seattle. Afirma que sus mejores resultados fueron entre 1996 y 1998: "Con el Montreal jugué 115 partidos en el primer año y 125 al siguiente, y mis promedios fueron de 286 y 307. Una temporada después, con el Seattle, impulsé 84 carreras, logré 19 cuadrangulares y disparé 159 hits en 143 desafíos, cifras que fueron evaluadas de muy buenas por la dirección del conjunto, pero en los tres últimos años he confrontado lesiones que me han apartado del juego diario". En una ocasión fue operado de una lesión en la rodilla, posteriormente tuvo dificultades en un dedo de la mano derecha, y recientemente chocó con el short stop del Tampa Bay al deslizarse en la segunda almohada. De manera que ese tipo de problemas ha empañado la carrera de este hijo de cubanos que gustaría de jugar en La Habana: "Yo creo que antes de que me llegue el retiro podré vestir el uniforme de uno de los cuatro equipos de la pelota profesional cubana, de la que tengo las mejores referencias". David Seguí tiene dos hijos, Cory, de 12 años, y Haley, de 8, quienes, al parecer, también seguirán los pasos del abuelo y del padre, en lo que bien puede llamarse la cadena exitosa de una familia en que, por años y años, se habla nada más de pelota y al parecer se repetirá: "Mis hijos también están alrededor del béisbol y ojalá en un futuro puedan jugar en Cuba como lo pudo hacer su abuelo o como posiblemente lo haga yo"...

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