AFP/ A pocos días de establecer su 16 récord mundial en apnea, la cubana Deborah Andollo piensa en el retiro, en un plazo máximo de dos años, según manifestó ayer a la prensa la propia atleta.

"Dos años y me voy, esta vez sí, dos años, y no sé si llego" a ese plazo en el deporte activo, dijo Andollo, de 35 años, una semana después de imponer su récord mundial 16 en la isla Giglio, Italia, donde bajó a 100 m de profundidad en la modalidad de lastre variable.

La apnea tiene cuatro modalidades: cuerpo libre; lastre constante, lastre variable reglamentario y "No Limits" (sin límites). En sus 10 años de carrera deportiva, que comenzó en mayo de 1992, Andollo tiene marcas mundiales en las cuatro.

Pero lo considera como "un deporte muy injusto", pues no hay segundos y terceros lugares, "o eres campeona o no eres nadie", señala esta mujer rubia, de estatura media, rasgos muy femeninos y palabra fácil.

Nacida en La Habana el 9 de mayo de 1967, Deborah comenzó a los cuatro años la práctica de la natación, a los 11 pasó al nado sincronizado, deporte en el que se mantuvo 12 años, de los cuales ocho fueron dentro del equipo nacional, del que fue capitana durante cuatro años.

Después de los Juegos Deportivos Panamericanos de La Habana-91, se retiró del nado sincronizado y trabajó un año como modelo de fotografía subacuática, donde se enamoró definitivamente de las profundidades.

"Cuando llego a los 100 m (bajo el agua) quisiera quedarme allí, pero entonces me digo que soy un animal de tierra y subo", añade.

A pesar de que la práctica de la apnea exige todo un equipo de buzos, médicos, entrenadores y otras personas en el entorno, el apneista siente la soledad al igual que el corredor de largas distancias.

"Cuando bajo siento una sensación de soledad muy grande, de infinito, de silencio", dice.

La apnea sigue siendo con mucho un reto para los fisiólogos. Según un presupuesto médico, existe una proporción directa de 10 veces entre la capacidad pulmonar y la distancia de inmersión.

Deborah tiene una capacidad de seis litros de aire en sus pulmones y, según esa regla, está dotada para bajar 60 m. Sin embargo, tiene tres de los 16 récord en los cuales llegó a 100 metros o los sobrepasó.

"Lo que antes era un récord (60 m), ahora es una cota de calentamiento", señala.

Su decisión de retiro no tiene que ver con su rendimiento físico —"entreno mucho más que antes", agrega—, sino con su vida personal a la que pretende organizar.

La preparación exige mucho del deportista. "Cuatro meses antes de imponer un récord hay que hacer inmersiones diarias", lo que obliga a una severa disciplina y a apartarse de la familia.

Casada con el francés Eric Testi, quien funge como buzo en su equipo, tiene un pequeño hijo, Ernesto, de tres años, quien queda al cuidado de su madre por largos períodos de entrenamiento.

"Tengo la suerte de tener mucha gente alrededor que me ayuda", dice. Eso le permite concentrarse en su vida deportiva.

Su más reciente marca lograda en Italia fue transmitida en vivo por la televisión, y se calcula que unas 20 millones de personas tuvieron acceso al programa.

"Quise demostrar cómo se hace un récord honestamente y deportivamente", dice.

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