Templo en la torre |
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Que Cuba esté al lado de Cuba. Un proyecto deportivo con sede en Miami. |
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por JORGE EBRO, Miami |
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Luego de darle refugio y abrigo a cientos de miles de cubanos, Miami acoge ahora la sede temporal del Salón de la Fama del deporte de la Isla, que ubicará sus salas de exposición en la histórica Torre de la Libertad, símbolo de la esperanza en el comienzo de una nueva vida.
Creado gracias a la iniciativa de un grupo de periodistas y empresarios cubanos, y con el apoyo de la familia Mas Canosa, que cedió parte de la Torre a ese fin, el salón pretende recoger lo mejor de un largo período deportivo con figuras reconocidas a ambos lados del estrecho de la Florida, y de otros que son soslayados en la Isla a pesar de sus enormes méritos.
La primera exaltación al templo tendrá lugar el próximo 16 de marzo, cuando se darán a conocer los resultados de una votación secreta de casi un centenar de cronistas que escogieron entre más de 200 figuras del deporte, que van desde principios de siglo hasta las últimas décadas de la revolución.
No cabe duda de que en este primera promoción estarán figuras de primer nivel, como el esgrimista Ramon Fonts, el boxeador Kid Chocolate, la corredora Bertha Díaz y el lanzador Conrado Marrero, quienes con sus actuaciones ayudaron a dotar de imagen al deporte cubano de todos los tiempos.
De las épocas más recientes aparecen los nombres del pesista Roberto Urrutia, quien llegó a ser campeón mundial, y los peloteros Manuel Hurtado y Julio Rojo, los cuales brillaron en las primeras Series Nacionales de Béisbol antes de abandonar Cuba para siempre.
"Esta ha sido una idea genial, porque en el exilio existe un gran tesoro histórico en lo referido al deporte y corría el peligro de perderse", expresó Florentino Fernández, uno de los grandes boxeadores cubanos de los años 50 y 60. "Este museo será un recordatorio para las nuevas generaciones, porque aquellos que nos fuimos nos llevamos la Isla en el corazón y a ella le dedicamos, en la distancia, el sudor de nuestro esfuerzo".
Según los patrocinadores del salón, cada año se realizarán nuevas exaltaciones y aquellos escogidos se verán inmortalizados en placas de bronce —al estilo del Templo de la Fama del béisbol en la localidad de Cooperstown— que recogerán sus más altos logros y estarán expuestas en la Torre de la Libertad a la vista de todos.
Pero los organizadores de la idea están conscientes de que la morada final del salón debe estar en la Habana, en una Cuba diferente y donde todos los deportistas, sin exclusión alguna, puedan tener el mismo derecho a entrar en las sacrosantas paredes de la instalación.
"No miramos al templo como un organismo excluyente", señala Marino Martínez, periodista del Diario de Las Américas y presidente del comité gestor del proyecto. "En una patria libre estarán todos, porque creemos que el deporte es indivisible y no debe servir a la política, pero ahora queremos darle prioridad a aquellos atletas que en el exilio y en medio de las condiciones adversas supieron mantener en alto el nombre de Cuba".
De hecho, el salón pretende enmendar los errores y las omisiones de nombres tan importantes como los de los peloteros Camilo Pascual, Mike Cuellar, Tony Oliva, Tany Pérez, Pedro Ramos y tantos otros que fueron pasados por alto en la votación cubana de los mejores deportistas del mileno en la Isla. En una relación seria, por ejemplo, no pueden faltar los boxeadores Urtiminio Ramos, Mantequilla Nápoles o Kid Gavilán.
"Nos sentimos muy orgullosos de que todas esas figuras puedan tener un pedazo de inmortalidad en la Torre", señala Joe García, uno de los directores de la Fundación Nacional Cubano Americana. "El propio salón debe ser un ejemplo de la Cuba que queremos en el futuro, porque el deporte es un componente indispensable en la nacionalidad".
El sueño de todos los que han abrazado el proyecto es que algún día, no muy lejano, en el templo encuentren cabida Pedro José Rodríguez y Bárbaro Garbey; Germán Mesa y Rey Ordóñez; Camilo Pascual y Braudilio Vinent. Que Cuba esté al lado de Cuba.
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