Viernes, 24 enero 2003 Año IV. Edición 541 IMAGENES PORTADA
Deporte
Santiago a la deriva

Cumplidos los primeros juegos del Campeonato Nacional de Béisbol, la novena santiaguera marcha a la cola.
por IVáN GARCíA, La Habana  
Antonio Pacheco
Antonio Pacheco

La otrora poderosa nave de Santiago de Cuba se ha ido a pique, como el Titanic. Hace un año era un equipo de gran caché. El dream team local. Fue campeón en fila por tres años y la temporada pasada favorito cuando Villa Clara lo dejó en la cuneta en cuartos de final.

Pero sucede que en esta campaña sus dos grandes estrellas, Antonio Pacheco y Orestes Kindelán, pusieron fin a su carrera y la novena se ha desmerengado. Pacheco y Kindelán no eran peloteros cualquiera; están entre los cinco primeros de por vida en todos los apartados ofensivos del béisbol nacional.

Pacheco es el que más hits ha conectado en la pelota cubana, con 2356, y encabeza los dobles, con 366, además de ser tercero en promedio, con 334 —sólo superado por los 339 de Alexander Ramos (Isla de Pinos) y el mítico Omar Linares, con un increíble 368.

Por su parte el "León de la Montaña", Orestes Kindelán, es el rey de los jonrones, con 487, y no pudo llegar a los 500 por la injusta decisión de la Federación Cubana de Béisbol de retirarlo para que se desempeñara como entrenador en Japón. Hubiese sido el primer cubano, incluidos los que juegan en Grandes Ligas, en conectar esa cantidad de vuelacercas.

También el "Tambor Mayor" lidera las carreras impulsadas con 1511 y es segundo en slugging con 600, detrás de Linares, quien va al frente con 644.

A estas bajas notables en el equipo santiaguero se une la separación por el resto del torneo —y quizás para toda su vida deportiva— del antesalista Gabriel Pierre, su cuarto palo, quien tomó la justicia por el bate y agredió al árbitro de home durante un partido de esta temporada.

A perro flaco todo lo que le cae son pulgas. Para mal mayor, su pitcher estelar, Norge Luis Vera, sufrió un accidente automovilístico y aún no ha podido encaramarse en el box. Ha ocurrido que, en esta versión, la novena de Santiago es de atrezzo. Marcha en último lugar en el grupo D y su bullpen trabaja para casi 6 carreras por juego: su defensa parece la de un team de párvulos.

El mazazo que provocó la ausencia de Pacheco y Kindelán, y ahora Pierre, tiene a Santiago en estado terminal. Es la decepción de los primeros juegos de una temporada que, con su excepción, ha consolidado la autoridad de los equipos grandes. No hay sorpresas.

Allá en el Oriente, los parciales santiagueros mantienen en silencio las cornetas chinas y los tambores. Viven del recuerdo y las historias de los triunfos pasados de su novena, que llegó a ser apodada La Aplanadora.


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