| Cartas son cartas |
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| Según el comunicado de turno emitido por La Habana, el preparador Miguel Valdés y el lanzador José Ariel Contreras 'ya no son merecedores de la confianza del pueblo'. |
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| por JORGE EBRO, Miami |
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Hacía tiempo que en la Isla no se publicaba una carta tan encarnizada como la emitida por el INDER fustigando al técnico Miguel Valdés y al lanzador José Ariel Contreras. Posiblemente no se recuerde otra con un tono tan subido desde que el trompetista Arturo Sandoval abandonó la galería de personajes del socialismo allá por los años 80.
Tanto Valdés como Contreras "ya no son merecedores de la confianza del pueblo" porque la directiva del INDER y, por ende, del Gobierno y el partido, se vuelve a tomar la prerrogativa de hablar en nombre del pueblo sin la más mínima consulta, y condena a ambos al más oscuro ostracismo que pueda imaginarse.
Ni cuando la partida de Orlando Duque Hernández hubo pronunciamientos tan punzantes. Si a éste ya lo daban como un atleta en horas bajas, que había visto pasar sus mejores años, a Contreras no pueden negarle su calidad, sobre todo después que se ha hecho público que los Yankees de Nueva York están muy interesados en sus servicios.
Es curioso que en la carta la culpa esté desigualmente repartida. Valdés es el más malo de la película. El peor de todos. Según las autoridades, Contreras, "quien había mantenido hasta ese momento una conducta intachable", fue seducido por los cantos de sirenas del profesionalismo, que fueron susurrados a sus oídos por el controvertido técnico que durante décadas llevó las riendas de las selecciones nacionales de béisbol.
Tal pareciera que Contreras fue engañado como a un niño al que se le hace un cuento y se le induce a cambiar de parecer de un momento a otro, a la velocidad de la luz. Es un argumento demasiado simplista, con el que se le ha ido la mano a los gestores de la declaración escrita —siempre para consumo de la población dentro de la Isla, porque aquí la píldora es demasiado grande como para tragarla de un sorbo.
Ciertas fuentes han dejado en claro que el lanzador cubano, que tan buena impresión causara cuando enfrentó a los Orioles de Baltimore —propinándoles varios ponches, dos de ellos a Albert Belle, quien acababa de ser líder de jonrones de la Liga Americana—, venía madurando la idea de desertar desde hacía algún tiempo.
Al parecer, Contreras estableció cierto contacto en algún viaje anterior con cazatalentos de las Grandes Ligas, y esperó la ocasión propicia para intentar abandonar la escuadra principal cubana. A sus 30 —y éstos de verdad— le quedan algunos años para brillar con amplitud en el mejor béisbol del mundo.
A no dudarlo, si el cubano llega a tiempo para el entrenamiento de primavera, que comienza a finales de febrero y principios de marzo, bien podría inscribirse en las Mayores sin pasar por las Menores o con muy poco tiempo en éstas, sólo el necesario para adaptarse a las nuevas circunstancias.
De todos los criollos que han abandonado el país para desempeñarse en las Grandes Ligas, Contreras es el de más calidad. Dada la actual escasez de brazos potentes, habrá una buena puja por él.
Para que se tenga una idea: cuando el Duque llegó a Estados Unidos era apenas el medio hermano de Liván, pero ya Contreras es Contreras. Lo conocen de buena tinta todos los scouts y manager de las Mayores. Lo han visto trabajar y saben de lo que es capaz.
En cuanto a eso de "perder la confianza del pueblo", nada más alejado de la verdad. Ahora es cuando más se le apreciará, cuando más se le seguirá (incluso en la Isla). Cuando verdaderamente podrá convertirse en un personaje de leyenda y no en otro más de los tantos pitchers que han desperdiciado su talento con el equipo Cuba en torneos sin importancia.
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