Martes, 09 abril 2002 Año III. Edición 340 IMAGENES PORTADA
Deporte
¿Béisbol de verano en Cuba?

En proyecto una Liga estival en la mayor de las Antillas: nada nuevo bajo el sol.
por ROGERIO MANZANO, New Jersey Parte 2 / 2

Los patrocinadores prepararon la condiciones a bolsillo abierto. Se contrataron los servicios de jugadores profesionales de segundo orden y amateurs de primera clase para formar ocho escuadras que representarían a tres barrios de La Habana (Cerro, Vedado y Víbora), un municipio de esta misma provincia (Regla) y cuatro importantes ciudades del interior del país (Cienfuegos, Matanzas, Santa Clara y Camagüey).

Se escogieron managers con un acreditado aval y no se olvidó un detalle. El proyecto hasta tuvo cierto carácter revolucionador, pues por primera vez cada pelotero contó con un expediente y una ficha en las que se hacían constar su carrera como jugador. El sábado 13 de abril de 1946 se inauguró, con todo el esplendor que era posible ofrecer en aquellos instantes, la novel justa.

Desafortunadamente, este certamen no pasó de dos campañas debido a los problemas de carácter económico que luego se presentaron; aún así, perduró como un plausible intento por desarrollar la pelota veraniega en Cuba.

Frente a tan extraordinarios restos de la epopeya beisbolera, los directivos criollos deberían postrarse de rodillas y hacer un minuto de silencio. Pero sólo piensan en salvar su pellejo. Es lo que todos han hecho en estos cuarenta y tres años, y se nota más aún al revisar las desordenadas y constantes transformaciones realizadas en el esquema de las Series Nacionales.

Desde 1962 hasta el presente, por ejemplo, se han jugado torneos con 4, 6, 8, 12, 18 y 16 novenas en diferentes formatos y variantes, de tres zonas, de dos divisiones y finalmente de dos Ligas con cuatro grupos clasificatorios. También ha existido mucha irregularidad en cuanto a la totalidad de partidos efectuados por contienda, sin contar que en un período de veintidós años se jugó con bate de aluminio. Los hechos anteriores han perjudicado no sólo la tradición y el espectáculo, sino también, en modo muy grave, la conservación de estadísticas y récord.

Al final, los aficionados se preguntan cuál ha sido el objetivo de tanta inestabilidad. Quizás al leer lo que se dice en el prólogo a la Guía Oficial de Béisbol 1968, página 3, segundo párrafo, se descubra una respuesta: "De más está decir que nuestro organismo deportivo jamás ha tomado en consideración ni las concurrencias ni la nivelación de un torneo, ya que su máximo interés siempre ha radicado en el desarrollo de atletas..."

Sí, el desarrollo de atletas para fomentar un falso "campeonismo", para incentivar el triunfalismo barato, para confundir el sano entretenimiento físico con la ideología marxista. De cualquier modo, está por ver si la actual economía en la mayor de las Antillas, tan desnutrida y depauperada como se encuentra, podrá cargar con la manutención de otro certamen de tanta categoría como lo desea la jefatura del Gobierno, empeñada en sostener sus supuestos éxitos deportivos contra el viento y la lógica.

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