| Los dos profesionalismos |
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| Quienes deciden qué eventos deportivos pasa la TV nacional olvidan una vieja máxima: el pueblo idealiza a sus héroes cuando no puede observarlos. |
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| por JORGE EBRO, Miami |
Parte 1 / 2 |
Dos raseros tiene la televisión cubana a la hora de transmitir eventos internacionales donde participan profesionales, que por estos días que vive el mundo equivale a decir todos los eventos. El amateurismo sólo queda para consumo interno de la propaganda oficial de la Isla.
Dos raseros simplistas. De hecho, según los censores atléticos, hay dos profesionalismos: el bueno y el malo. El bueno es visto casi a diario en las emisiones del Noticiero Nacional Deportivo, y el malo es aquel del que todos hablan en la calle, en voz baja, pero sostenidamente, porque es cosa importante como para no hablar de ella.
Ejemplos del bueno. Los Juegos Olímpicos, los Panamericanos, Campeonatos del Mundo, etcétera, donde participa lo que más vale y brilla del firmamento deportivo. Ejemplos del malo: las Grandes Ligas y la National Basketball Asociation (NBA).
Cada cuatro años Cuba sigue, juego a juego, las Copas del Mundo de fútbol. Durante esos días el país se paraliza, como si el balompié fuera el deporte nacional. Creo que la Isla es uno de las naciones donde la población tiene acceso a un mayor número de partidos. Incluso, se ha dado el caso en que se han transmitido la totalidad.
Lo mismo sucede con las Olimpiadas. De la última cita, Sidney, a pesar de la distancia y la diferencia horaria, se televisaron casi 114 horas. Los cubanos, día, noche y madrugada, tuvieron una extensa cobertura de los juegos estivales. Posiblemente, en ciertos lugares de la propia Australia no vieron tanto del evento.
En ambos toman parte atletas multimillonarios, que endorsan a sus espaldas anuncios de la Coca-Cola, o Pepsi, de Mitsubishi o Chevrolet, y compiten de tú a tú con los atletas cubanos, sin que medie ningún tipo de diferencia política o deportiva. La población de la Isla sabe quiénes son los grandes campeones, vengan de donde vengan y sean lo que sean.
Quizá el ejemplo más evidente sea el de los voleibolistas. El evento extranjero que se sigue con mayor atención cada año es la Liga Mundial de Voleibol. Hay niños capaces de repetir, uno por uno, los nombres de los integrantes del conjunto italiano, o del brasileño, megaestrellas forradas en millones. Los voleibolistas cubanos juegan, incluso, en la liga italiana, la mejor en calidad y en salario, y no pasa nada. Es que estos profesionales son buenos. Para ellos sí hay televisión.
Sin embargo, nada se dijo o se transmitió cuando Barry Bonds rompió el récord de Mark McGwire, al batear 73 cuadrangulares en una temporada. También la pantalla chica hizo mutis ante las tres Series Mundiales seguidas de los Yankees, tal vez el equipo más amado por los cubanos, sobre todo los más ancianos, después de la Selección Nacional o los Industriales.
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