| Un clásico llamado a perdurar |
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| por CARLOS ESPINOSA DOMíNGUEZ, Miami |
Parte 2 / 2 |
Santí dedica espacio a ubicar el libro de Ortiz, tanto en el contexto de su obra precedente como en el panorama político, social e intelectual en el cual se ubica. Bucea así en antecedentes como el artículo Contraste económico del azúcar y el tabaco, donde ya aparece la postura crítica frente al azúcar y de defensa respecto al tabaco de Ortiz. Analiza los puntos comunes y las discrepancias entre las ideas que sobre ese tema tuvieron Ortiz y Ramiro Guerra y Sánchez, quienes coincidían "en identificar las lacras del latifundio", pero "diferían en los remedios". Y hace notar el hecho significativo de que el Contrapunteo... se publicó por primera vez el mismo año en que fue aprobada la Constitución del 40, un esfuerzo por hacer renacer la República que el libro de Ortiz, con su análisis histórico de la economía cubana y la sociedad formada a partir de ella, venía a fundamentar.
Especialmente lúcidos y exhaustivos son los deslindes que hace Santí acerca de los vínculos entre el método empleado por Ortiz y el funcionalismo, la escuela que Bronislaw Malinowski, prologuista del Contrapunteo..., representaba y defendía. Dedica además varias páginas al término transculturación, acuñado por el cubano y recibido con entusiasmo por el antropólogo polaco. A partir de un minucioso y convincente análisis, Santí demuestra que el vocablo aculturación, tomado del inglés e impugnado por Malinowski y Ortiz, podía ser impreciso desde el punto de vista científico, pero no era etnocentrista ni excluía el proceso de contacto directo entre culturas, que supuestamente sí incluía transculturación. En realidad, el verdadero trasfondo estaba en las discrepancias entre la escuela de Malinowski y la de Melville Herskovits, respecto al valor metodológico que cada una daba a la historia de los pueblos nativos. Santí, se ocupa, por último, del uso del término que se ha hecho en los estudios culturales y postcoloniales, donde muchas veces se le despoja de sus implicaciones antropológicas para utilizarlo superficialmente como sinónimo de mestizaje o hibridez.
Para sustentar su análisis, Santí pone a su servicio y aplica de manera coherente y oportuna una amplísima y actualizada bibliografía (un libro como el Contrapunteo... exige una interpretación basada en disciplinas y enfoques plurales), que da solidez intelectual a sus opiniones e interpretaciones sin caer en la pedantería ni en el saber libresco, tan comunes en el mundo académico norteamericano. Sabe además desarrollar su discurso con una prosa clara, precisa y cuidada, lo cual permite que, pese a ser un texto denso sobre un asunto no precisamente ameno ni fácil, se lea con sostenido interés. Muchos son, por tanto, los valores que hacen de este texto de Santí una excelente guía para acompañar la lectura de la obra de Fernando Ortiz.
El trabajo, que culminó con la edición crítica y profusamente anotada del Contrapunteo..., cuajó además en otro libro: Fernando Ortiz: contrapunteo y transculturación (Editorial Colibrí, Madrid, 2002). En él, Enrico Mario Santí reproduce su estudio introductorio al libro de Ortiz y reúne además, en un segundo bloque que llama Capítulos adicionales, un conjunto de materiales que constituyen los anticipos y fuentes del Contrapunteo..., algunos de los cuales ven la luz por primera vez. En esa sección, que ocupa doscientas veinticuatro de las trescientas catorce páginas del libro, se incluyen documentos, artículos, cartas, prólogos y la correspondencia entre Ortiz y Malinovski. Esos textos permiten seguir cronológicamente el proceso de cómo fue cobrando forma la idea del sugestivo paralelo entre esos dos elementos básicos del paisaje y la vida económica de nuestro país, que Fernando Ortiz trazó en su sagaz y original Contrapunteo... Una obra que ha hallado en Santí a uno de sus estudiosos más serios y brillantes.
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