Martes, 13 agosto 2002 Año III. Edición 430 IMAGENES PORTADA
Los libros
Más allá de 'El monte'

por C. E. D., Miami Parte 1 / 2
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Tras once meses de salir semanalmente, llega a su fin esta sección. Le toca cerrarla a la poeta y editora Lilliam Moro, quien ha seleccionado esta obra de Lydia Cabrera. A juicio de Guillermo Cabrera Infante, probablemente se trate del mejor libro que se ha escrito en Cuba en todos los tiempos.

La Cuba profunda

Si Lydia Cabrera descubrió Cuba a orillas del Sena —como ella mismo dijo—, yo descubrí la Cuba profunda en 1968 a través de su obra El monte, publicada en 1954.

Llegó a mis manos como por casualidad —pero las casualidades no existen—, cuando ya yo estaba marginada de la vida civil porque había presentado mi solicitud para salir del país. Y entre la pausa burocrática que se instala entre esas gestiones y el internamiento —práctica habitual entonces— en un campo de trabajo forzado, tuve el tiempo justo para tomar abundantes notas del libro y copiar, casi textualmente, el fabuloso herbario que contiene, con la angustia que trae el saber que el tiempo se me acababa, que no podía llevarme conmigo el libro y que no lo encontraría en el exilio.

El libro tiene dos partes, aproximadamente de la misma extensión, bien diferenciadas aunque sin división explícita. En la que puede llamarse la primera parte, vienen unos capítulos donde se describen las relaciones de los negros cubanos con el monte: "Persiste en el negro cubano, con tenacidad asombrosa, la creencia en la espiritualidad del monte". Porque "los santos están más en el monte que en el cielo". Se entremezclan anécdotas, consejos, rituales, leyendas, oraciones, enseñanzas religiosas de los yorubas, congos y abakuás, donde las frases en cada una de esas lenguas se van entremezclando en los párrafos de la autora. Son magníficos los capítulos titulados La ceiba y La palma real, nuestros dos entes naturales de más peso cósmico.

A continuación de estos capítulos viene el herbario, donde por orden alfabético aparece cada planta con su nombre en español, en lucumí, en congo y con el de la clasificación botánica, por ejemplo, el dado por Linneo. También se añade el orisha o santo dueño de esa planta, yerba o árbol, las implicaciones religiosas, así como sus propiedades curativas según el saber popular y el religioso, pues ambos se entremezclan muchas veces.

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