Miércoles, 11 septiembre 2002 Año III. Edición 448 IMAGENES PORTADA
El criticón
La idea como arte

Reflexiones críticas en torno a los presupuestos conceptuales de la obra del plástico Ernesto Leal.
por DENNYS MATOS, Madrid Parte 1 / 2
Ernesto Leal
Diez días sin hablar (Ernesto Leal)

Si hubo una poética dominante en la producción de las artes plásticas nacionales, identificada con lo que ha dado en llamarse renacimiento cubano de los años 80, fue, sin duda, la conceptual. Fueron esencialmente los artistas comprendidos dentro de la exposición Volumen I, entre los que se encontraban Ricardo Rodríguez Brey, Juan Francisco Elso, Gustavo Pérez Monzón y José Bedia, los responsables de introducir estas prácticas en el campo de la producción artística a principios de esa década. Sus creaciones recogían en buena medida la postura enunciada por el artista conceptual norteamericano Joseph Kosuth, en su libro Arte y filosofía, publicado por Studio International en 1969. Ya en 1965, Kosuth había escandalizado al mundo del arte con su paradigmática obra Silla una y tres, convirtiéndose en el padre del arte conceptual, además de una suerte de enfant terrible del mundo artístico.

La obra en cuestión consistía en una silla real. A un lado se hallaba una fotografía de la misma silla ,y al otro, la definición ampliada de la palabra silla. También aparecían los pinceles de la que presumiblemente fuera su última pintura, dentro de una lata donde se leía "difuntos". Para que no existieran dudas sobre su radicalidad respecto al horizonte retiniano y visual del mundo de la pintura, Kosuth asumía la idea de que pintar en un lienzo "anularía la capacidad de cualquiera para transmitir verdaderamente algo".

Los artistas que expusieron en Volumen I retomaron recursos expresivos de la estética conceptual, al recrear con gran originalidad plástica diferentes propuestas que, en sentido general, se inspiraban en uno de los presupuestos más importantes: la idea como arte. Se trata de un tipo de obra donde la idea inspiradora es, al menos, tan importante como lo que se hace, incluyendo su forma artística de expresión. En el caso de los artistas de Volumen I, sobre todo en Rodríguez Brey, Bedia y Elso, se da una marcada preocupación por las temáticas relacionadas con las cosmovisiones de las culturas primitivas; articulan construcciones mito-poéticas con capitales simbólicos provenientes de culturas aborígenes —esencialmente mesoamericanas y norteamericanas— para plantear reflexiones antropológicas acerca del hombre y su entorno.

Sin embargo, fueron los artistas que comienzan a emerger entre 1984 y 1986 quienes desplegaron el instrumental estético conceptual, en función de una crítica directa sobre las problemáticas culturales, sociales y políticas que afectaban a la nación. En este sentido, las prácticas realizadas por los grupos Puré, Arte Calle y Provisional serían muy efectivas y fecundas para la producción artística posterior.

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