Miércoles, 20 febrero 2002 Año III. Edición 306 IMAGENES PORTADA
El criticón
La identidad fragmentada

En la plástica de Ofill Echevarria se explora, a través de la ciudad y lo urbano, las esencias de lo postmoderno.
por DENNYS MATOS  
Ofill
Los Paseantes (Ofill)

El grupo Arte Calle fue sin duda uno de los fenómenos artístico más originales y transgresores de la escena plástica cubana de finales de los 80. Lo fue en muchos sentidos, pero sobre todo en su actitud irreverente hacia los marcos de la institucionalidad del arte y del artista, asumidos por la política cultural oficial.

Este grupo propone un arte público, al margen de los espacios tradicionales de exposición. Un arte gremial y nómada que intenta convertir una manera de interrelacionarse y comunicar en obra, una mezcla de la beat generation con elementos de la contracultura hippie, a lo que se une una gran dosis de la corriente after punk, que es posiblemente la que, en este sentido, más va a marcar su estética. No se trata de estetizar la vida —pretensión de las primeras vanguardias del XX—, sino de irrumpir agresivamente en el arte. De ahí que sus modos de expresión por excelencia fueran el graffiti de subversivos mensajes político-culturales, el happening, los performances (algunos de ellos consistieron en correrías urbanas, atiborradas de alcohol y fármacos, en las que se intervenía crítica y escandalosamente en exposiciones, conferencias de arte o en cualquier otro tipo de acto cultural).

Ofill Echevarria es, junto con Ernesto Leal y Aldo Damián, unos de los ex miembros del grupo que sistemáticamente ha elaborado sus propias propuestas estéticas. Su telón de fondo es la ciudad y lo urbano, el conflicto entre individuo y colectividad, las mutaciones que sufre el concepto de realidad como referente fundamental en la definición de las diferentes identidades culturales; o las tecnologías post industriales devenidas en extensiones de la esfera sensorial, que transforma la percepción actual del mundo por el hombre. Propuestas articuladas desde una poética conceptualista, en la que también habitan rasgos expresivos destilados del Pop Art, el figurativismo y la neoabstracción.

En su primera exposición personal, titulada Offill Industrial (1992), en Galería Habana, el artista adopta este seudónimo para plasmar su visión como sujeto productor dentro de una esfera artística cada vez más marcada por el empleo de las tecnologías digitales, en especial por el de los ordenadores. Empleo que a partir de entonces va a marcar en buena medida la morfología de sus obras, que serán revestidas de una información audiovisual en la que el autor hace notar que su relación con este mundo no sólo es un resorte técnico para sus fines expresivos, sino también fuente de inspiración poética.

En sus dos últimas exposiciones personales, Passwork (1999), en Torre Ejecutiva de SECOFI México, D. F, e Invintro (2000),en el Centro Multicultural en la Universidad de Rhode Island, el eje de su propuesta gira en torno a una manipulación cibernética de La Gioconda. Ella está dirigida a reflexionar sobre el carácter virtual que están adquiriendo, ya a escala global, los iconos y las representaciones culturales. Marco que aprovecha para investigar en la naturaleza del lenguaje plástico y su nueva superficialidad visual, como expresión de la fragmentada y esquizoide sensibilidad postmoderna.

Los actuales trabajos de Ofill se sumergen en el mundo de esa generación que un autor norteamericano llamó punto com, encartonada dentro de sus despachos y oficinas y que se alimenta con batidos de proteínas y prefiere todoterrenos para circular por la ciudad. Son pinturas que advierten el manejo de códigos pictóricos hiperrealistas, donde no son visibles los rostros de los protagonistas, lo que hace un enigma de su identidad, que parece diluirse en la atmósfera de sus lugares de trabajo. Seres para los que el significado del éxito (entiéndase dinero) no está ya en cuánto se gane, sino en cómo y a través de qué mecanismo se gana. Es una propuesta que registra un mundo virtualmente productivo, imagen de la nueva economía global, que impone la homogeneidad y ataca la diferencia.


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