Miércoles, 05 diciembre 2001 Año II. Edición 250 IMAGENES PORTADA
El criticón
El cinismo como fe revolucionaria

Fernando Rodríguez y la generación plástica de los 90. ¿El vacío de las auténticas expresiones individuales?
por DENNYS MATOS Parte 1 / 2
Los vecinos
Los vecinos de Francisco (F. Rodríguez)
Detalle
Los vecinos... (detalle) (F. Rodríguez)

A principio de los noventa ya era un hecho que la mayoría de los artistas pertenecientes a lo que se conoce como la joven plástica de los 80, había abandonado la Isla fijando su residencia en diferentes países. A los efectos estratégicos de la política cultural, la generación virtualmente se había perdido, diezmando de manera sensible la potencialidad de todo un movimiento. En medio de esta confusa coyuntura para las artes plásticas, en octubre de 1992 se organiza en el Instituto Superior de Arte (ISA), con alumnos de distintos años, la exposición Las metáforas del templo, en la que exponían once artistas plásticos, entre los que se encontraban Fernando Rodríguez, Carlos Garaicoa y Esterio Segura (encargados del proyecto y la curaduría), Abel Barroso, Dagoberto Rodríguez, Alexander Arrechea y Marcos Castillo.

En 1993, la misma muestra se expuso en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, y un año más tarde, estos autores y los que aparecen en la exposición No valen guayabas verdes (inaugurada en mayo del 94 en la galería del ISA), son invitados a la V Bienal de La Habana.

Desde este eficaz y poderoso trampolín, comienza a fraguarse la pretensión de lanzar al grupo de los 90, como una nueva generación de las artes plásticas nacionales. Si constituyen o no, una generación es algo que todavía está por ver. Lo cierto es que sus obras insuflan nuevas energías y expresan y matizan las expectativas creativas de su momento. También continúan, como el grupo de los 80 aunque desde otras posturas y modos de hacer, reflexionando sobre diferentes aspectos de la sociedad y la cultura cubanas.

La obra de Fernando Rodríguez se inscribe dentro de esta agrupación, donde el simulacro sustituye a la historia, privilegiando el oficio al arte, la metáfora a lo alegórico, la mueca cínica a la bofetada contestataria... La belleza poética y trascendental de los objetos al discurso crítico objetual, el travestismo paródico a la introspección utópica del Yo, el hedonismo significante y fetichista al contenido consciente de una posición.

Muchas de estas propuestas se hallan reflejadas, de una u otra forma, en los trabajos de Fernando Rodríguez, como sucede, por ejemplo, en la serie De una experiencia colectiva, expuesta en la Galería Habana (1999) y en la Iturralde Gallery de Los Ángeles (2000). La muestra se compone de siete piezas en formato tridimensional que, vistas en conjunto, hacen de historia cronicial de Francisco de la Cal, personaje de ficción creado por el autor, quien encarna, a través de las instalaciones que estructuran el relato, un mundo de expresiones en el se entrecruzan lo popular religioso y la fe militante en la moral y ética revolucionarias, mezclados con visiones de la vida cotidiana del autor.

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