| La realidad diversificada |
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| En la obra de Raúl Cordero lo existencial reclama múltiples lecturas. |
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| por DENNYS MATOS |
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En la obra de Raúl Cordero se funden las dos estéticas plásticas que más han renovado el leguaje pictórico contemporáneo. Por un lado, el Pop Art, con su iconoclasta irreverencia hacia los códigos académicos, centrado en la vida cotidiana, en los sueños y las aspiraciones del ciudadano en la sociedad de consumo. Por el otro, el Conceptual Art, que tuvo en la fotografía y el vídeo art eficaces soportes expresivos, con una propuesta dirigida a reflexionar, a través del obsesivo análisis de las estructuras, sobre el funcionamiento interno del arte, las mutaciones que estaba sufriendo el hombre, la sociedad y la cultura en la era posmoderna.
Éstas son las dos fuentes que alimentan la poética del artista, que tiene como objeto central de su discurso una visión antropológica, de cierto cariz ontologizante, sobre la contradictoria acción cultural del hombre. Una propuesta que ya comenzaba a concretar en su exposición El límite de la nada y algunos ángeles (1992). A partir de este momento la fotografía, el diseño, las vídeo-instalaciones van a ser de los recursos expresivos más empleados en sus posteriores trabajos. En ellos el artista usa, como material de las obras, fotografías del entorno familiar, de personas allegadas, incluso aquellas en las que aparece él como protagonista. Es el caso de la obra Autorretrato dentro de un cuadro de Erick Fischl (1996).
Recomponiendo o manipulando estas imágenes, Raúl Cordero articula un correlato anclado entre la poesía y la historia. Una ficción que se estructura desde una imagen de la realidad (fotográfica), que por ese mismo hecho se intuye incompleta, falta de una esencia vital oculta, no expresada en el momento de ser captada por la lente. Es ahí, es esa energía la que el artista trata de descongelar, animando el espíritu poético de los planos y diversificando así el horizonte interpretativo de lo que se ha convertido ya en nueva historia sobre la imagen. Un ejemplo de esta estrategia discursiva es la vídeo-instalación Buscando la permanencia (1996), una historia que registra los trazos de memoria, donde se activan resortes de actualidad por el efecto resemantizador del lenguaje, rompiendo la imagen como tradicional ilustración de la nostalgia, atada a una significación pasada.
La obra de Cordero hurga en el recuerdo como evocación de una existencia leve y transitoria. Las imágenes no son fragmentos susceptibles de formar parte del archivo, sino documento que reclama una lectura múltiple, capaz de mantener viva la memoria, conectando su significación con contexto metafóricos fuera de la imagen.
En la última bienal de La Habana, el artista presentó su instalación The Hello/Good Bye Series (2000). Una obra marcada por la estética visual pop, pero que emplea también en la articulación de su lenguaje recursos de índole conceptual. Aquí se reflexiona en torno a la naturaleza dual que, desde el punto de vista comunicativo, presentan ciertas estructuras de mensajes. El modelo escogido es un híbrido formado por las vallas publicitarias que anuncian a Las Vegas y a la playa de Varadero. En ambos casos estas vallas dan la bienvenida (Hello) por una cara y despiden (Good Bye) por la otra. El resultado es un cartel publicitario (Vegas/Varadero) de dimensiones originales, que invita al espectador a una relectura de experiencia diferente a como normalmente se recepciona este tipo de artefacto comunicativo.
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