Viernes, 24 enero 2003 Año IV. Edición 541 IMAGENES PORTADA
La Biblioteca de Babel
Manuel Díaz Martínez: 'Tengo la mala costumbre de prestar y devolver los libros'

por C. E. D., Miami Parte 1 / 2
Cuadro

Manuel Díaz Martínez, poeta y codirector de la revista Encuentro de la Cultura Cubana, confiesa que ha releído tantas veces El lazarillo de Tormes que terminará recitándolo de memoria cuando se retire.

¿Cuántos libros tiene tu biblioteca?

Cuando salí de La Habana yo tenía allí una biblioteca que pasaba de los cuatro mil ejemplares. Hoy tengo en Las Palmas de Gran Canaria una que ya va por los mil ochocientos. No pocos de los libros de mi actual biblioteca proceden de aquélla, unos traídos por mí (salí de Cuba con más libros que ropa), otros traídos por una de mis hijas, que viajó a la Isla a la muerte de mi madre, y otros enviados por amigos que los compraron a libreros de viejo en La Habana y que los identificaron como míos porque tengo la costumbre de firmar los libros o estamparles mi cuño. Alguien dijo en no sé dónde, y dijo bien, que no se tiene un hogar hasta que no se tiene una biblioteca. Puedo decir ya que hogar no me falta.

¿Cómo los tienes organizados: por autor, por tema, por área lingüística o indiscriminadamente?

Por área lingüística y, dentro de este capítulo, por autor. Mis libros de autores cubanos están en un estante que es sólo para ellos.

¿Tienes un sitio específico para los libros escritos por ti, lo que pudiera llamarse tu egoteca?

Los libros de mi autoría (en Canarias sólo tengo ejemplares de algunos) están en el estante destinado a la literatura cubana, compartiendo balda con otros de autores de mi generación. Casualmente, ahora están entre libros de Fayad Jamís y Fernández Retamar, o sea, entre Cástor y Pólux.

¿Qué criterios sigues para comprar libros, un criterio racional o te dejas llevar por el impulso?

Me dejo llevar por el impulso, siempre que las flaquezas de mi bolsillo no me lo impidan.

¿Qué haces para controlar la superpoblación, la cantidad excesiva de volúmenes?

Esporádicamente regalo a alguien o dono a una biblioteca pública los libros que han dejado de interesarme o que por cualquier motivo no considero necesario retener. Aquellos que nunca me interesaron y que entraron en mi casa por vías azarosas acaban en la papelera.

¿Cuál es el ejemplar más valioso de tu biblioteca?

Tengo ahora mismo varios ejemplares "más valiosos": casi todos los libros de Lezama, en primeras ediciones, dedicados a mí por el maestro; una colección completa de la revista Orígenes, regalo de Lezama a mi mujer, que era su secretaria cuando la conocí; un ejemplar de Asonante final y otros poemas, que Eugenio Florit me dedicó en 1956, fecha en que yo tenía veinte años y empezaba a ser el aprendiz de poeta que sigo siendo; y una copia de una preciosa edición facsímil de la primera tirada de El Quijote.

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