| Fernando Villaverde: 'Mi biblioteca es una cosa viva que me acompaña' |
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| por C. E. D., Miami |
Parte 1 / 3 |
En el caso de Fernando Villaverde, tras su salida de Cuba el cine perdió un documentalista, pero la literatura se benefició al ganar un estupendo narrador. El autor de Los labios pintados de Diderot, Las tetas europeas y Crónicas del Mariel nos abre aquí las puertas de su biblioteca, que tiene organizada, confiesa, según pautas arbitrarias cuyas claves sólo él conoce.
¿Cuántos libros tiene tu biblioteca?
Me sorprende darme cuenta de que por primera vez me hago esta pregunta. O sea, que mis libros me resultan algo demasiado placentero para dedicar tiempo a algo tan trabajoso como ponerme a contarlos. Es más, nunca me ha venido la idea de verlos con criterios de bibliotecario: averiguar si tengo más libros en inglés que en español, más clásicos que contemporáneos, más narrativa que ensayo (sin duda). Lo que de mi biblioteca recibo es su carácter, el de una cosa viva que me acompaña y a la que conozco bien sin ponerme a analizar sus detalles. Un ser que, volviendo a tu pregunta, no creo que llegue a tener mil cabezas.
¿Cómo los tienes organizados, por autor, por tema, por área lingüística o indiscriminadamente?
Los organizo siguiendo infinitas pautas arbitrarias que se entrecruzan de todas las maneras imaginables y crean un laberinto cuyo hilo solamente yo poseo. Los hay agrupados por editoriales: Ayacucho, New Directions o La Torre de Papel. La mayoría de los libros escritos en francés van juntos, como los de artes plásticas o cine, pero nada es rígido, hay estantes sin pies ni cabeza. Como también agrupo ensayos, poesía o mi preciada colección de cómic, entonces Baudelaire está al lado de Rilke o Gorostiza y lejos de Perec o de Butor, y Pound no anda entre poetas sino entre sus colegas de editorial Patchen o Henry Miller. La Enciclopedia del cine de Katz está sola en mi mesa de noche, junto a libros a los que vuelvo sin parar, como la Antología del humor negro de Breton, el Ficcionario de Borges que editó Rodríguez Monegal o las antologías de poesía hispanoamericana de Cobo Borda o de poesía francesa del siglo XX de Paul Auster. Y como tengo un querido rincón para libros que me han dedicado, Néstor Díaz de Villegas no está con sus amigos de La Torre de Papel, sino junto a Lorenzo García Vega, Severo Sarduy, Reinaldo Arenas o Enrique Labrador Ruiz. Suena a galimatías y lo es, pero cuando busco un libro lo encuentro. Lo cual no quita para que en medio de esta búsqueda me tropiece con otro que había olvidado. Aunque si alguien me lo hubiese pedido, lo recordaría.
¿Tienes un sitio específico para los libros escritos por ti, lo que pudiera llamarse tu egoteca?
Desde luego. Lo mismo los publicados que los inéditos, que al paso que van las cosas terminarán siendo más. Ambos grupos juntos, sin discriminación.
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