Viernes, 24 enero 2003 Año IV. Edición 541 IMAGENES PORTADA
Cultura
Presentación de la revista 'Encuentro' en la Feria del Libro de Guadalajara

por ANTONIO JOSé PONTE, La Habana  

Señoras y señores:

Indice

Quisiera hablarles de lo que representa dentro de Cuba, dentro de la Isla, la revista Encuentro de la Cultura Cubana. No me demoraré contándoles lo que significa para los círculos gubernamentales, para quienes administran la cultura cubana. El vocero oficial de la delegación oficial de la Isla se ha encargado de volverlo explícito.

Lo que las acusaciones de ese vocero intentan combatir es el cada vez más creciente interés de lectores de la Isla por la revista Encuentro, la circulación de cada número de mano a mano, leída en la complicidad y clandestinidad a que el Gobierno cubano la obliga en su distribución.

De que sea secreto su discurrir dentro del país no hay que lamentarse. Sería ingenuo pedirle al Gobierno cubano que autorizara la distribución de una revista así. Está en la naturaleza de ese Gobierno el negarle información al pueblo de Cuba, está en su naturaleza el cierre de fronteras y el acceso denegado a la información. La prohibición del acceso a Internet intenta hacer creíbles las tres o cuatro páginas que conforman el diario Granma. Las noticias del exterior han de llegar filtradas y tergiversadas por los tres o cuatro periodistas que reúnen sus aburrimientos cada tarde en mesas redondas televisivas.

La aparición de un número de Encuentro en medio así supondrán muchos de ustedes lo que significa.

A quienes hacemos la revista nos toca, por otra parte, no formarnos ideas demasiado optimistas acerca de la repercusión de Encuentro dentro de Cuba. Nos corresponde, según creo, determinar hasta qué punto una revista consigue cambiar el curso de las cosas.

Ninguna otra revista cubana apuesta tan fuertemente por un cambio político, y ninguna revista cubana (tampoco Encuentro) conseguirá para nosotros ese cambio. Que las declaraciones de un vocero oficial no nos despierten demasiadas esperanzas y que el inevitable deseo de principalía no nos anime en vano. El miedo que hay detrás de ese vocero oficial (miedo que él intenta diluir pasándoselo al público) y las ínfulas que hay detrás de todo empeño intelectual podrían hacernos creer la quimera de que la aparición de un libro o revista es capaz de transformar toda una sociedad. Personalmente, no creo que ello suceda. O al menos no creo que vaya a suceder en el caso de Cuba. Lo que sí lograremos con cada nuevo número de Encuentro es cambiar a ciertos lectores e irlos preparando para la hora en que los cambios políticos sucedan.

Si Encuentro de la Cultura Cubana ha nacido para propiciar esos cambios, me permito aventurar que no terminará como revista cuando estén cumplidos éstos. Porque entonces, en medio de turbulencias o de apaisamientos, una revista como Encuentro (y otras más de distintas y encontradas posiciones) será aún más necesaria.

Jesús Díaz, director-fundador, fundó también en los sesenta la revista El Caimán Barbudo, que aún pervive en La Habana del mismo modo en que pervive un enfermo adelantado de Alzheimer. Debemos también a él la vida que tuvo otra revista: Pensamiento Crítico. Jesús Díaz es el mayor hacedor de revistas cubano del siglo XX. Claro que ninguna de las que fundara podría compararse con Orígenes, por ejemplo. Pero, aún por encima de José Rodríguez Feo (a quien debemos Orígenes y debemos Ciclón), el impulso de fundar revistas avivó a Jesús Díaz más que a ningún otro autor cubano del siglo.

Él ha hecho, dentro de la literatura y el pensamiento cubano del siglo XX, una figura emblemática más. Es, además del mayor fundador de revistas con que contamos, el intelectual que más hizo patente los cambios en su pensamiento. Ningún otro ejemplo conozco más alborotador y más rotundo. Ello supone la puesta en escena de esa transformación, puesta en escena del pensamiento, publicación de los vaivenes de éste. No le bastó cambiar, tuvo que anunciarlo. Perfecto hombre-revista, no le bastó anunciarlo, actúo más allá: pidió perdón a quienes hubiera herido en una vida anterior.

De esa vida anterior suya de militante comunista se valen hoy en La Habana para desmeritarlo. Lo acusan de estalinista quienes gustosamente celebrarían las ocurrencias estalinistas de Jesús de estar él todavía en las filas del partido. Jesús Díaz pidió perdón, se expuso a la benevolencia. Desde donde llegan ataques contra él no se ha escuchado nunca asomo de reconocimiento de culpa y, en un país de gobierno inamovible, tenemos que asistir al espectáculo donde se habla de antiguos brotes desaparecidos de estalinismo cultural sin que aparezca culpable alguno. Brotes de estalinismo como hongos después de la lluvia, pero de lluvia no caída. Alergia por alimento no comido.

Jesús Díaz, a diferencia, dio la cara. Ahora que la hipocresía abunda tanto entre escritores y artistas cubanos de adentro y de afuera, en momentos en que la administración de la memoria personal y colectiva se hace de tantas trampas, su caso es ejemplar y rarísimo.

La revista Encuentro de la Cultura Cubana le hace homenaje en este último número. Que su ejemplo nos valga para continuar la revista que él fundó. Muchas gracias.


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