| Guadalajara: ¿Víctimas en victimarios? |
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| por JOAQUíN ORDOQUI GARCíA, Madrid |
Parte 2 / 2 |
Es muy fácil, para los que vivimos en sociedades democráticas, expresar sin ambages nuestros puntos de vista y es bueno que lo hagamos. Pero juzgar a los cubanos que callan en la Isla (me refiero, claro está, a aquellos que sólo callan, no a los que persiguen, encierran o matan) demuestra, en el mejor de los casos, una confusión entre víctimas y verdugos; en el peor, que espero no sea el caso, la más ruin de las bajezas. Si personas como Elizardo Sánchez Santa Cruz, Raúl Rivero u Oswaldo Payá despiertan nuestra admiración es precisamente por lo excepcional de su comportamiento, por la extraordinaria valentía de que hacen gala, no porque sea exigible que todo cubano asuma las mismas responsabilidades. El problema de Cuba no son los intelectuales que la habitan, es el poder, y es contra él que deben dirigirse todos los esfuerzos. Pero aun contra el poder y sus representantes, no es con insultos con lo que se les combate, sino con el análisis objetivo de la triste realidad que han propiciado.
He dicho que no voy a mencionar nombres, pero sé de intelectuales cubanos que han muerto, literalmente, de tristeza y vergüenza por lo que el Gobierno cubano les obligó a hacer, por la vida a que los condujo. Sé de otros que, aunque nos parezca mentira, creen, tienen fe y están convencidos de la justeza intrínseca de un régimen que para nosotros es indefendible. Soy profundamente ateo, pero no tengo el menor derecho a juzgar a quienes depositan gran parte de sus anhelos en un dios, sea éste el que sea, siempre y cuando su actuación no conduzca a los demás a la hoguera. ¿O es que todos los cristianos son responsables y cómplices de la Inquisición?
No pienso continuar parafraseando el artículo de Armengol. Sólo una última cita: "Monigotes son los ancianos poetas de verso refinado, los ensayistas que han gastado muchas noches de su vida descifrando textos, los novelistas que lograron concebir tramas complejas y personajes destacados y los autores teatrales de dramas y comedias sobresalientes. Ninguna acrobacia de ballet abolirá el asco de la Feria. Mucho menos un cantante de voz breve y algún que otro desafinado. Ni las rumberas logran salvarse en Guadalajara".
Estas líneas podrían ser rubricadas por cualquiera de los rufianes que protagonizaron los tristes sucesos de la presentación del número de Letras libres en Guadalajara. Su tono moral es similar. Su agudeza intelectual, casi idéntica.
Creo, quiero creer, que Alejandro Armengol no ha sido consciente de lo que escribía y que se dejó llevar por la ira producida por los sucesos de todos conocidos. Pero una cosa es opinar y otra insultar. La ira nunca es buena consejera. Pido disculpas de antemano si me he dejado llevar por la mía.
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