Hermano sabio, el más sabio entre todos |
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El 27 de octubre de 1914 nacía, en Sancti Spíritus, el prestigioso antropólogo Simeón Teodoro Díaz Fabelo. |
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por NATALIA BOLíVAR, La Habana |
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El 27 de octubre de 1914, entre lluvias torrenciales y vientos huracanados, con Oyá y la fuerza de su afefe, nace en Meneses (Sancti Spíritus) el prestigioso antropólogo Simeón Teodoro Díaz Fabelo.
Su madre, descendiente de esclavos, era hija de una lucumisa y de un congo musundi; su padre, español procedente de Galicia. El matrimonio tuvo cinco hijos; Teodoro fue el más pequeño y también el más perspicaz e inquieto. A los 16 años, con la fortaleza que da la inteligencia, Teodoro decide trabajar en el campo y se marcha a los bosques que rodeaban su pueblo para dedicarse a la tala de árboles. En enero de 1934 deja el rudo trabajo y viaja a La Habana para continuar sus estudios. Ya en la capital trabaja como peón en obras públicas, alternando sus noches con el estudio.
En 1952 logra el doctorado en Pedagogía en la Universidad de la Habana, convirtiéndose en forjador de generaciones. Se especializó en Antropología Cultural Afrocubana a la sombra de los cursos que impartía el maestro Don Fernando Ortiz, de quien fue discípulo y luego colaborador.
En su libro Las Adendas del Diloggún, Teodoro escribió:
—"Pueblo sin conocimiento claro de su pasado no se identifica, no toma conciencia de sí y no destruye la neurosis de las falsas ideas; es pueblo confundido y de fácil explotación".
—"Para comprender el destino histórico de un pueblo hay que estudiar sus posibilidades económicas, su evolución y potencial espiritual, y sus recursos técnico-educacionales masivos".
—"La cultura es una suma de fuerzas espirituales, del saber y del poder humano, de actividad razonada junto (y a veces en oposición) al ciego juego de los instintos y de las fuerzas. La cultura es creada y conducida por el individuo, y simultáneamente, por la sociedad; ambos portadores son premisas necesarias. La cultura sobrepasa a la naturaleza, pero está arraigada profundamente en ella y representa su flor más perfecta".
Entre otras ideas en torno a la libertad de pensamiento, Teodoro apuntó: "Ha sido un grave error tratar de suprimir ideas, credos y costumbres por medios violentos, por fuerza física amparada en autoridad legalmente física y únicamente física. Ya el hombre moderno actual dispone de conocimientos y técnicas buenas para adelantar la mentalidad de hombres y mujeres de cualquier nivel de comprensión y credo, sin necesidad del uso de la violencia de los europeos imperiales".
Años más tarde viaja a Venezuela, invitado para ofrecer cursos y conferencias en la Universidad Católica Andrés Bello, donde publica sus escritos en revistas y folletos. La lista de su obra en libros publicados es poca: Guine Gongori, Olorun y 51 Pattakies afroamericanos. Otros textos, por causas inexplicables, permanecen dormidos en colecciones aún por publicar, como por ejemplo: El Diloggún, Las Adendas del Diloggún, Yoruba Ikaye, La numeración yoruba, Teoría general de la Regla de Ocha, Diccionario de Yerbas y Palos Rituales al uso por los afrocubanos, Tratado sobre los Iremes, y muchas otras que harían esta lista interminable.
En 1974 Teodoro deja muchos títulos originales bajo la custodia de la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe de la UNESCO, con sede en La Habana. Gracias a ello, la Universidad de Alcalá y la Casa del Caribe editaron en su colección Africanía su Diccionario de la lengua Conga Residual en Cuba, que constituye una de las aportaciones más significativas en los ámbitos lingüístico y religioso para el estudio de la "batuidad" hispanoamericana, en general, y cubana en particular.
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