Viernes, 12 julio 2002 Año III. Edición 408 IMAGENES PORTADA
Cultura
Cintio Vitier: Interpretaciones

En torno al último Premio Juan Rulfo y las reacciones que ha suscitado su otorgamiento.
por LUIS MANUEL GARCíA, Sevilla Parte 2 / 2

Con los noventa, asistimos en Cuba a una "apertura" dictada por las circunstancias internacionales. Los creyentes fueron invitados a ingresar al Partido Comunista, la Patria se colocó delante de la Ideología y Karl Marx cedió su puesto en primera fila a José Martí. Cuando los alemanes invadieron la Unión Soviética, en su llamado a las armas, Stalin no apeló a la defensa del socialismo ni a motivaciones ideológicas, sino a salvar a la Madre Rusia frente al invasor extranjero. Sin muchos retoques, el comunicado de Stalin habría podido ser escrito durante la invasión napoleónica. Del mismo modo, ante la "desinvasión" de los rusos y el colapso del socialismo real, el señor Fidel Castro apeló a la nación, una noción con más poder de convocatoria. Al tiempo que se despenalizaba el dólar y se tendían alfombras rojas ante los pies de los inversionistas —el cese de las subvenciones recomendaba un capitalismo para extranjeros que sufragara el socialismo para cubanos—, se despenalizaba al católico y al santero, al homosexual y al "patriota", aunque no fuera marxista; de paso se descubría que en el exilio están "los mafiosos" y los que envían remesas. Es entonces cuando Cintio Vitier es "despenalizado". No sólo se convierte, en un acto de justicia cultural, en presidente del Centro de Estudios Martianos, hasta entonces dirigido por funcionarios del Partido, sino que se le nombra delegado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, como muestra de una tímida "pluralidad" dentro de la unanimidad, y se le concede la Orden Nacional José Martí, máxima condecoración estatal en la Isla.

De lo anterior se desprende que el Gobierno ha utilizado para su provecho el prestigio cultural de Cintio Vitier. Pero no se desprende, necesariamente, que Cintio se haya dejado utilizar mansamente. Como ha expresado en reiteradas ocasiones, su adhesión a lo que llama "revolución" dimana de su discurso cristiano sobre la nación cubana, desde el humanismo y la ética más que desde la política. E incluso ha asegurado que preferiría no ver una Cuba sin Fidel Castro, por lo cual no es raro que el mandatario haya sido uno de los primeros en felicitarlo, durante una visita de dos horas a su casa del Vedado que Cintio definió a Prensa Latina como "una tarde inolvidable".

Eliseo Alberto acaba de declarar en México: "Yo que soy tan crítico, pienso que si mi tío Cintio, que es más inteligente que todos nosotros, defiende la revolución cubana, debo estar equivocado". No se sabe si hay en la frase un ejercicio de sorna, pero tampoco habría que negar la posibilidad de que sea Cintio el equivocado. De cualquier modo, quienes aspiran a una Cuba plural y democrática no pueden menos que respetar y aceptar su adhesión política; y aplaudir un galardón merecido por su obra, y que es, sin dudas, un reconocimiento a la cultura cubana, esa que a todos pertenece y que no puede ser monopolizada por sectas ni partidos.

Por eso resulta triste leer a otro intelectual cubano, el novelista Guillermo Cabrera Infante, Premio Cervantes y que bien merecería el Juan Rulfo, declarar: "No tengo nada que decir sobre la obra de Cintio Vitier porque nunca la he leído y, además, no considero que sea un crítico. Lo conozco como miembro del Grupo Orígenes y ahora como parte del Poder Popular en Cuba, pero no tengo idea de su obra ni de su trayectoria literaria, que imagino es lo que el Premio Juan Rulfo quiere destacar y no su actividad política".

Si desde Lunes de Revolución Cabrera Infante fue un crítico feroz a los origenistas fue porque, seguramente, los había leído. Por ello resulta tan difícil creer su absoluto desconocimiento de la obra de Cintio, en especial de Lo cubano en la poesía. Si su declaración parte de consideraciones estrictamente políticas, es un triste ejemplo de fundamentalismo anticastrista que ojalá no predomine mañana en la Segunda República (ahora que tanto se habla de la primera). Más triste, si cabe, al provenir de un autor emblemático de nuestra cultura, lectura obligada de cualquier cubano, sin importar su pelaje ideológico.

Hay que tener confianza en que mañana se puedan aplaudir sin reservas los triunfos merecidos por el buen hacer de cualquier compatriota, sin preguntar primero en qué partido milita, dónde vive o qué dioses reverencia. Por lo pronto, y desde aquí, las más sinceras felicitaciones a Cintio Vitier.

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