| La biografía embellecida |
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| El autor hurga en los recovecos de un libro que edulcora la imagen de Fidel Castro. |
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| por MIGUEL RIVERO, Lisboa |
Parte 1 / 4 |
La lectura del tomo primero del libro Fidel Castro, una biografía consentida, de la escritora brasileña Claudia Furiati, constituye una verdadera decepción. La autora había prometido que trabajaría en esta obra conteniendo sus emociones, pero ofrece juicios y evaluaciones que se acercan a las posiciones de la apologética prensa oficial cubana, y el lector no encuentra el juicio objetivo del autor extranjero acerca de una figura contemporánea.
La obra fue puesta en circulación en Río de Janeiro en noviembre del pasado año, y el primer tomo, con el título en portugués Do menino ao guerrilheiro (De niño a guerrillero), abarca desde la infancia de Castro en las tierras orientales de Birán hasta el triunfo de la revolución, el primero de enero de 1959.
Para aquellos que vivieron el proceso revolucionario cubano, o ya después leyeron algunas obras sobre la reciente historia de Cuba, como el libro del escritor norteamericano Tad Szulc Fidel a critical portrait, Pasajes de la guerra revolucionaria, de Ernesto Che Guevara, o el testimonio de Fidel Castro a Plinio Apuleyo acerca del denominado "bogotazo", poco o nada de nuevo encontrarán en esta obra edulcorada, que parece más bien dirigida al público joven, o a los incautos, en diferentes latitudes del planeta.
Desde la primera página se advierte: "Esta no será una biografía autorizada, mucho menos oficial. Se trata de una biografía consentida. Solamente la leeré después de su publicación. Me reservo el derecho de discrepar, si lo estimo conveniente" (Declaración del Comandante Jesús Montané a la autora, en nombre de Fidel Castro, La Habana, septiembre de 1997).
Furiati trabajó durante más de nueve años en estos dos volúmenes y tuvo el privilegio del acceso a los archivos personales del mandatario cubano, que se guardan celosamente en la que antes había sido la residencia de Celia Sánchez, en la calle 11 entre 12 y 14, en el Vedado. Pero todo indica que ese acceso tuvo sus limitaciones, o la propia autora evitó temas engorrosos.
Desde la lectura de la lista de "agradecimientos", el lector que conoce las realidades de Cuba queda avisado de que encontrará una versión unilateral acerca de la vida de Fidel Castro: sólo son consultados o entrevistados sus familiares, amigos, o estrechos colaboradores, aquellos que permanecen fieles al líder.
O sea, desde Raúl Castro y su esposa Vilma Espín, pasando por el alabardero Luis Baéz, o el funcionario de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, Pedro Alvarez Tabío. En Miami, sólo es entrevistado Max Lesnick, antiguo colega de Castro en las luchas dentro del Partido Ortodoxo, y hoy uno de los columnistas en el diario Juventud Rebelde, donde escribe con cierta regularidad, parece que para que le perdonen si alguna vez dudó de las virtudes de la Revolución cubana.
En realidad, el error elemental de la autora es que no se ajusta a la regla de oro de cualquier periodista, escritor o investigador imparcial, que debe tratar de buscar el otro lado de la moneda y contrastar las versiones. Ello resulta imperdonable cuando se trata de la biografía de una figura pública controvertida, un personaje sobre quien se pueden recoger otros muchos otros testimonios, si se desea ofrecer una obra objetiva y balanceada.
Sin embargo, en el relato de este primer volumen de 570 páginas se pueden encontrar algunos detalles interesantes acerca de la vida de Fidel Castro. Uno de ellos es que, a pesar de que el pasado año fue celebrado su 75 cumpleaños, en realidad el Líder Máximo tiene un año menos.
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