| Un santuario para Babalú Ayé |
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| por NATALIA BOLíVAR |
Parte 2 / 2 |
Narran los habitantes del pueblo, que luego de bautizar la escultura de san Lázaro, Julio García, introdujo en su base la carga mágica de un gajo de su prenda llamada: Siete Brillumba Yamba Cuaba. En él estaban fundidas la Regla de Ocha, el catolicismo y las Reglas de Palo Monte, dándole la fortaleza de la espiritualidad de nuestro pueblo creativo. La escultura encomendada ya tenía su santuario.
"Hay que desenterrar la historia", dice Chiqui Piloto en el jardín de su casa. Habla con recogimiento y respeto del venerable anciano de todas las creencias "...todos los años viajan de lugares lejanos muchos devotos a pagar sus ofrecimientos. El dinero que se recauda de estas promesas, una parte está destinada para la manutención del templo y la estatua...".
Cuando le preguntamos al escultor del milagro, Roberto Ojeda, sobre su obra, nos dijo: "Esa estatua no es mía, no es de nadie en particular, pertenece al pueblo de Pedro Betancourt, que para eso la mandó a construir el señor Julio, para que los habitantes de este lugar no tuvieran que ir hasta el Lazareto, en la Habana, el día 16 de diciembre, a adorarlo o a pagar sus promesas".
Y recordamos las notas de Lydia cuando transcribe sus extensas tertulias, en el jardín de la casa de vivienda de Josefina Tarafa, en el central Cuba, entre los olores de las flores de azahar y de ilang ilang, con el susurro de la brisa y rodeada de sus queridos informantes Francisquilla, Ña Petrona, Conga Mariate, Ña Merced La Mayor y muchas ancestrales vivencias de las mística africana, entre sorbos de café criollo y humo de tabaco asperjando su locuacidad y chachareando sus experiencias con Babalú Ayé, el señor de las enfermedades, la lepra y la sífilis.
Hoy, en este pueblo, sus recuerdos se han desplomado con el paso del tiempo. Se oyen las voces del pasado en un presente implacable que ha borrado su esplendor. Sólo queda, un santuario, donde la imagen de san Lázaro, Babalú Ayé, Omolú o Kobayende suda, llora y aun respira por los poros de la dura madera.
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