| Descubriendo a Carlos Acosta |
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| Negro, pobre y bailarín: tres cualidades incompatibles para las élites culturales cubanas. |
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| por TANIA QUINTERO |
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Uno de los más eminentes bailarines cubanos es negro y no vive en Cuba. Se llama Carlos Acosta y tiene ahora 28 años. Favorito de las más renombradas compañías de ballet, pasa buena parte de su tiempo en Londres. Allí fue entrevistado por la BBC, a propósito de su más reciente éxito.
Cuando viaja a la Isla casi siempre lo entrevistan en algún medio local. Le dedican espacio, pero al final uno se queda a medio saber. Sin embargo, en los tres minutos de una conversación con Rafael Estefanía de la BBC, se descubre al Carlos Acosta real. Al joven que pasó villas y castillas para lograr imponer su talento.
Nativo de Los Pinos, una barriada de gente humilde —por no decir marginal—, en las afueras de Ciudad de La Habana, Acosta, el último de once hermanos, fue llevado a rastras por su madre, a una audición de ballet. Cosa rara en una familia negra y pobre: fue el padre quien quiso probar suerte para ver si su hijo encontraba otro camino en la vida.
Con la única trusa que tenía, acudió a las pruebas en la escuela de ballet. Hasta entonces para él ésa era una profesión de mujeres. Le gustaba el deporte y ello le llevó a asimilar una carrera cuajada de saltos donde es imprescindible la fuerza física.
Los primeros cuatro años, confesó a la BBC, fueron durísimos. Y más de una vez tuvo que liarse a puñetazos con los socios del barrio, que cuando lo veían ir o venir de las clases le gritaban "Alicia Alonso, mariquita, homosexual". ¿Cuándo se había visto a un macho prieto bailando ballet? Lo lógico en Cuba es que un adolescente negro muy pronto sea un asere más, un muchacho con un pie en la calle y otro en la cárcel.
Carlos Acosta venció el dolor de los ejercicios y también el de los prejuicios, en un ambiente politizado donde la envidia es asunto cotidiano. Porque si una institución cultural tiene recursos y posibilidades para las mejores funciones dentro y fuera de la Isla, ésa es el Ballet Nacional de Cuba. La compañía donde Carlos Acosta debió brillar y recibir los aplausos y elogios que hoy recibe, por su cuenta, en escenarios de Europa y los Estados Unidos.
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Carlos Acosta nació en Cuba, en 1973. Ha ganado numerosos premios internacionales, incluidos la Gold Medal at the Prix de Lausanne (enero 1990), y la Grand Prix and Gold Medal en la Cuarta Competición Anual de Ballet en París (noviembre 1990). Ha bailado con el English National Ballet (1991-92) y el Ballet Nacional de Cuba (1992-93). Desde noviembre de 1993 es primer bailarín del Ballet de Houston, rol que también ocupa en el Royal Ballet de Londres. En 1995, recibió el premio Princess Grace y en 1997 fue catalogado por The New York Times como uno de los bailadores más destacados del año.
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