| Oraciones, ¿para qué? |
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Parte 1 / 3 |
En los cuatro aviones secuestrados el pasado 11 de septiembre viajaban cuatro niñas —Zoe (8), Dana (3), Juliana (4), Christine (3)—, y 93 mujeres: aereomozas; profesoras universitarias; amas de casa; periodistas; actrices; futuras mamás; maestras; abuelitas; ejecutivas; recién casadas; inmigrantes; filántropas; todas ellas hijas, esposas, madres, hermanas, tías, amigas de alguien. A la memoria de esas 97 mujeres, en particular, y de todos los desaparecidos, dedico esta columna.
Desde el fatídico e imborrable 11 de septiembre han desfilado por las pantallas de televisión, al menos en Estados Unidos, toda suerte de prelados de todos los credos imaginables. Bueno, imaginables en el mundo anglo, porque ni espiritistas ni babalawos, que yo sepa o haya visto, han sido consultados. No sé si por suerte o por desgracia, en el pragmático mundo de habla inglesa, esos mediadores no tienen influencia. A lo mejor los caracoles no hablan el inglés.
El resto, sin excepción, ha interceptado, con irracional respuesta, la lógica pregunta de rigor: ¿Y por qué Dios no... no hizo algo?. "No, Dios está presente, pero no se mete". "Sí, Dios ha permitido que esta tragedia pasara". "No, Dios no la hubiera impedido: sus criaturas no son sus marionetas". "Sí, Dios le dio al ser humano libre albedrío para determinar el curso de su vida". "No, Dios no interfiere en nuestros destinos porque nos respeta demasiado, y nos ama".
En medio de esta bestial tragedia, en medio de la angustia inconsolable de tantos miles —millones— de personas, en medio de uno de los tránsitos más serios que haya vivido no sólo la nación americana, sino el mundo entero, más de un iluminado evangelista ha recurrido a la charlatanería piadosa para revelar su conexión directa con el altísimo.
El anciano reverendo Robert Schuller de California, por ejemplo, aseguró en una entrevista con el conocido periodista Larry King que Dios "fue el primero en llegar al lugar de la tragedia, en cada bombero, policía y trabajador de rescate". ¡El primero! Entonces estará aplastado bajo miles de toneladas de escombros junto a otras seis mil y pico de personas. ¡Dios, entonces, ha muerto ahora, y Nietzsche se adelantó con la noticia casi un siglo! ¡Haber estado en el estudio de televisión para gritarle a ese cretino: "Se equivoca, senil mequetrefe: dios fue el último en llegar... es más, ¡dios no llegó nunca! dios estaba tan ocupado snorkling en las aguas de Australia que ni se enteró de los atentados... dios se enteró del estallido horas después por CNN... o quizás se enteró al ser súbitamente acorralado por siete mil almas exigiendo su atención al mismo tiempo".
¿Y qué decir de religiosos ultra-conservadores como Pat Robertson y Jerry Falwell, portavoces del fundamentalismo protestante que profesan millones de cándidos norteamericanos? "Yo creo fervientemente que la depravación de nuestra cultura ha despertado la ira de Dios", dijo Falwell ante millones de televidentes en el programa Club 700 de su colega. "La responsabilidad de estos hechos cae sobre los paganos, sobre los que aprueban del aborto, las feministas, los homosexuales, las lesbianas, los defensores de los derechos civiles, los que abogan por la separación de la iglesia y el Estado... los que han desterrado a Dios de sus vidas... los que quieren imponer su voluntad por encima de la voluntad de Dios...".
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