Viernes, 11 enero 2002 Año III. Edición 278 IMAGENES PORTADA
CIENCIAS
ECOLOGÍA
ARQUITECTURA
HUMOR
CONVOCATORIA
Prensa
Revista
Revista Encuentro
Envia...
Portada
Suscríbete...
Ciencias
La nube de polvo

A pesar del tiempo transcurrido, la teoría de la nebulosa primitiva sigue siendo la más acertada cuando se trata de explicar el origen y evolución del sistema solar.
por ASDAI DíAZ Parte 1 / 2
Sagitario
Imagen del Telescopio Espacial Hubble que muestra una
densa nube de polvo y gas, verdadero surtidero de estrellas
en la constelación de Sagittarius

El éxito de cualquier teoría científica radica no sólo en su claridad, sino en que también deberá explicar, de manera rigurosa, cada uno de los fenómenos objeto de su hipótesis. En este caso, un modelo que explique el origen y evolución del sistema solar deberá incluir las características mas notables de nuestro sistema actual, derivadas de las observaciones experimentales.

Los primeros intentos de encontrar una explicación acertada al surgimiento del sistema solar datan del siglo XVII. Se destacaron hombres como R. Descartes, Georges L. Leclerc, I. Kant, entre otros.

Diferentes fueron las teorías que se postularon durante esos años; todas buscaban una explicación a los resultados observacionales que se iban sucediendo con el paso del tiempo. Sin embargo, las teorías introducidas por Kant (1755) y Laplace (1796) sobre la base de la explicación de lo empírico utilizando la mecánica celeste, conformaron un modelo cuyas hipótesis principales se aceptan hoy en día. Esta teoría conocida como la teoría de la nebulosa primitiva (nube de polvo) es la base para explicar los actuales modelos de formación de sistemas planetarios extrasolares.

La hipótesis de la nube de polvo sugiere que las estrellas y los planetas se formaron de enormes agrupaciones de partículas submicroscópicas que flotaban en el espacio. Esta nube de polvo interestelar estaba compuesta principalmente por hidrógeno y enriquecida por elementos más pesados dispersos por explosiones de supernovas. A mediados del siglo XIX, las observaciones astronómicas realizadas demostraron la existencia de nubes gigantescas de polvo y gas en los espacios que separan las estrellas. El científico holandés J. Oort estimó que la masa total de este material y polvo interestelar es del orden del material que existe en las estrellas. En otras palabras: por cada estrella se puede encontrar una cantidad igual de polvo y gas dispersa en el espacio.

Los estudios realizados posteriormente en cuanto a la composición química de esta materia interestelar demostraron la presencia de elementos comunes como el hidrógeno, helio, oxígeno, nitrógeno, carbono, etc. Estos elementos pueden unirse lentamente formando partículas de polvo. Estudiando la forma en que estas partículas dispersan la luz de las estrellas lejanas, es posible tener una idea de sus dimensiones (aproximadamente 50 milésimas de pulgada). Dicha dispersión produce nubes obscuras a través de las cuales sólo logra filtrarse la luz roja (similar a la visión del sol a través de una tormenta de polvo).

El mecanismo capaz de generar estas nubes de polvo fue explicado por Lyman Spitzer, astrónomo de la Universidad de Princenton. Spitzer sugirió que la presión de la luz procedente de las estrellas cercanas obliga al polvo interestelar a formar estas nubes cada vez mayores. Para que se tenga una idea, es el mismo mecanismo que hace posible que la cola de un cometa siempre se encuentre en la posición contraria al sol. En la actualidad se conocen verdaderas nubes densas oscuras en el espacio. Dichas regiones son fascinantes embriones de estrellas.

Salto a cont. Siguiente: A medida... »
1   Inicio
2   A medida...

Imprimir Imprimir Enviar Enviar
 
 
PORTADA ACTUAL NOSOTROS CONTACTO DERECHOS SUBIR
 
© 1996-2003 Asoc. Encuentro de la Cultura Cubana.