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Arquitectura
Paseos en desuso

De la Alameda de Paula a Los Jardines de La Tropical.
por ARSENIO RODRíGUEZ, Barcelona Parte 2 / 2

Los Jardines de La Tropical

Palacete en la Tropical
Palacete en los Jardínes de la Tropical

Los jardines de la Tropical, junto a un pequeño palacete que recuerda a los palacios nazaries de la Alhambra de Granada, fueron creados por la fábrica de cerveza La Tropical en 1912. La fábrica, hoy llamada "Pedro Marrero", fue creada en 1888 como factoría del hielo, para convertirse más adelante en productora de cerveza y maltina empujada por las exigencias del mercado habanero, con larga costumbre de ingerir cervezas frías de máxima calidad para contrarrestar un clima tropical de 25 grados de media anual.

En la ribera este del río Almendares (el río de mayor extensión que atraviesa la ciudad, con 48,8 kilómetros de largo) se encuentra localizado este complejo recreativo, que posee interesantes objetos arquitectónicos integrados a la exuberancia del paisaje natural.

En su nivel superior, ubicado sobre una terraza natural, se levantó un interesante castillo de estilo neoárabe, cuyos decorados interiores se inspiraron en la profusa ornamentación de los techos y los capiteles de los pabellones de La Alambra de Granada. Su fuente exterior, que en sus orígenes tuvo agua, recuerda lejanamente las fuentes interiores y exteriores que sirven de conexión a los diferentes palacios nazaries en la Alhambra. No así la ecléctica fachada, más cercana al castillo medieval neoclásico. Después de los años de deterioro y desuso a que ha sido sometido este pequeño clon habanero de La Alhambra, se le reparó en los años noventa, adaptándose el castillo para restaurante, y se rediseñaron las áreas exteriores.

La ornamentación estilo neoárabe no era tan ajena a los habaneros de la época, que contaban, además, con la fachada exterior del hotel Sevilla y con la fachada morisca del cine Universal, en la misma zona.

El conjunto de Los Jardines de La Tropical poseía, por otro lado, grutas, laberintos, saltos de agua, cenadores, kioscos y un espacioso salón de baile con capacidad para 500 parejas, en el que muchas quinceañeras tuvieron su noche de gloria y desatino. Se realizaban en él bailes públicos bajo un techo de "extraña arquitectura", como lo define el arquitecto Eduardo Luis en una guía de La Habana. Ello parece más bien una tardía asimilación del modernismo catalán; más precisamente de las diferentes alucinaciones de Gaudí.

Por la avenida 41, de Marianao, La Tropical también abrió el Salón Rosado, sin mucho interés arquitectónico pero convertido, desde su apertura, en lugar de confluencia de los mejores bailadores de danzón, son y chachachá, amenizados por las principales orquestas del país. A su conocida trayectoria lúdica hay que añadir que se implantó en él el récord Guinnes al "son más largo del mundo", interpretado durante 100 horas por 95 agrupaciones que reunieron a alrededor de un millar de músicos cubanos residentes en la Isla. Si hubiesen podido participar los residentes en el exterior todavía estuviese sonando el son en el Salón Rosado. Pero ésa es otra historia.

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