Lunes, 22 julio 2002 Año III. Edición 414 IMAGENES PORTADA
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Arquitectura
Ciudad y escuela

La arquitectura como horma de la conciencia artística.
por BALTASAR MARTíN, Miami  
Victoria
Edificio Victoria. La Habana

La máxima diferencia entre el hombre y los animales es la capacidad del primero de hacer y de apreciar el arte. Los segundos —las abejas, las hormigas, los castores...— también trabajan, construyen sus refugios, pero sin modificar su forma ni embellecerlos mediante el recurso artístico. El arte no sólo ofrece un placer estético, sino libera una descarga emocional. Enriquece esencialmente la suma de conocimientos que se tiene del medio, ampliando la propia experiencia con la más rica e indirecta del artista.

El arte es ese poderoso instrumento a través del cual la experiencia estética acumulada de la clase o sociedad toda se transmite al individuo. Sólo en la unión orgánica de la experiencia individual e indirecta se forman los ideales y los gustos, los cuales constituyen sus convicciones legítimas. Es precisamente el arte el que de forma oportuna, libre y dialéctica, ayuda a los individuos a formarse figurativamente, con su riqueza interior, el ideal social y estético.

El nivel de la cultura estética del individuo encierra en sí, como complemento indispensable, la valoración de las obras del arte y de la vida, incluida, por supuesto, la crítica arquitectónica. El hombre con condiciones estéticas desarrolladas en la actividad laboral está predispuesto orgánicamente para la racionalización y el ahorro de los materiales, y el logro de los indicadores más cualitativos, sea cual sea la producción que realice. "El objeto artístico, y análogamente todo otro producto, crea un público sensible al arte y capaz de gozar de la belleza. La producción no sólo produce, pues, un objeto para el sujeto, sino un sujeto para el objeto", ha dicho Marx.

La oferta no solamente satisface la demanda, sino que la moldea y/o la forma. Crea un tipo de consumidor que está de acuerdo con dicha demanda. Según Martí, "el que conoce lo bello y la moral que viene de él, no puede vivir luego sin moral y belleza... una ciudad es culpable mientras no es toda ella una escuela". A su vez, el cineasta ruso Nikita Mijalkov también ha afirmado: "La belleza es la verdadera fuerza de la materia".

Corresponde entonces a los arquitectos, urbanistas, ingenieros, planificadores físicos, paisajistas, escultores, muralistas y diseñadores gráficos de hoy, todos ellos agrupados en equipos multidisciplinarios, coherentes, ser el relevo del acervo que en materia de cultura ambiental han dejado nuestros predecesores, para que cada ciudad sea de verdad una escuela, y la belleza triunfe e ilumine el corazón de sus moradores.


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