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Arquitectura
La capital, dos imágenes

La urbe risueña que saluda a los turistas tiene su reverso sombrío: la ciudad indigente.
por CLAUDIA MáRQUEZ LINARES  
Restauración
La Habana. Hoteles para turistas; solares para habaneros

Caminar por el centro histórico, en la Habana Vieja, y observar cómo ha cambiado su aspecto en los últimos años es una grata experiencia para cualquiera.

Edificios en ruinas se han convertido, por obra y gracia de la Oficina del Historiador de la Ciudad, en lujosos hoteles. Ya casi todos los parques tienen farolas, bancos en perfectas condiciones donde se puede descansar a la sombra de nuevos árboles y la gente, a diferencia de hace algunos años, se siente segura. Hay un policía en cada esquina.

Se inauguró un Hogar Materno para las embarazadas con riesgos de la localidad, donde la higiene y la existencia de una ambulancia moderna parece algo sui generis cuando lo comparamos con los hospitales y policlínicas del resto del país.

Sólo basta cruzar una de las calles que limitan el casco histórico con la otra parte de la Habana Vieja y se podrá comprobar la radical diferencia. En las zonas aledañas, donde reside la gran mayoría de los pobladores, la situación es sumamente precaria. Allí predominan las calles pestilentes, las edificaciones mugrientas, los derrumbes con escombros sin recoger, edificios apuntalados, declarados inhabitables y otras calamidades.

No son pocos los inmuebles que hoy son museos, hoteles y restaurantes, que estuvieron habitados durante las últimas décadas, en pésimas condiciones, por familias de la zona. A mediados de los años 90, muchas de estas personas fueron trasladadas hacia la ciudad dormitorio de Alamar, quedando aisladas de sus centros laborales y su barrio.

Según cifras oficiales, en los últimos tiempos el fondo habitacional de la Ciudad de La Habana sólo se ha renovado en un 9% cuando aproximadamente el 70% se encuentra en regular o mal estado.

Aunque el espacio físico y residencial de la ciudad esté destinado para albergar a 1 400 000 personas, hoy cuenta con una población de 2 200 000. La mitad de las 586 796 viviendas de la capital necesitan reparación y existen 75 000 edificios apuntalados y 50 000 son irrecuperables.

La abrumadora mayoría de los capitalinos continúa viviendo hacinada y es muy común que varias generaciones de una misma familia residan en la misma vivienda. No todo el mundo tiene la suerte de dirigir una empresa del Gobierno o ser un alto dirigente del partido comunista para que le "otorguen" una casa como "estímulo".

Mientras el Gobierno continúa construyendo hoteles que se levantan en tiempo récord, cientos de habaneros viven con la incertidumbre de morir aplastados.


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